Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad.
Juan 4:23.
Lectura: Juan
4:1-26. Versículo del día: Juan 4:23.
MEDITACIÓN DIARIA
En el pasaje de hoy, el
Señor hablaba con una mujer samaritana, cosa que en esos tiempos estaba mal
vista porque no había ninguna relación entre judíos y samaritanos (v. 9). Sin
embargo el Señor con su infinito amor y bondad se acerca a esta mujer para
atraerla hacia el reino y anunciarle el perdón de pecados y la salvación. La
samaritana podría ser el ejemplo clásico de una persona en nuestros tiempos.
Actualmente también el pecado es lo común y tal pareciera que lo que se hace es
lo normal. Pero precisamente a eso vino Jesús, a rescatarnos del pecado y
darnos agua de vida eterna (vv. 10-13).
Cuando ya esta mujer le
acepta y le pide de su agua, el Señor le afirma que la hora en que los
verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad ya ha
llegado (v. Así es: tan pronto como obtenemos el perdón de pecados al aceptar al
Señor Jesús en nuestras vidas, tenemos el acceso al Padre y es nuestro deber rendirle
adoración en espíritu y en verdad. Algo que aprendí del libro de Richard Foster
cuando habla de la disciplina de la adoración, es que esta expresión de
adoración en espíritu y en verdad, “se
enciende en nosotros solo cuando el Espíritu de Dios toca el espíritu humano”.
Y más adelante Foster enseña que la vamos cultivando, cuando “Dejamos a un lado
las demandas del día y nos llenamos de adoración interna a Dios. Trabajamos y
jugamos y comemos y dormimos y, sin embargo, estamos oyendo, siempre oyendo, a
nuestro Maestro”. Yo le decía al Señor comúnmente que le entregaba todas mis
acciones del día; e incluso cocinando hablaba con Él haciéndole cómplice
también de mis tareas, pero no sabía que estos actos implicaban adoración. ¡Qué
bonito saberlo!
Así que he aprendido
esto y es lo que más les deseo compartir, que rendirle culto a Dios y amarlo
con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas, radica en hacerlo partícipe absolutamente
de todo lo nuestro y cotidiano. Aprenderlo y practicarlo dará una nueva visión,
estrategia y significado a nuestra vida.
Amado Dios: Gracias por
enseñarnos en cada nuevo día tareas maravillosas que redundan en alegría,
bienestar y seguridad, dándole un sentido mayor a nuestra vida y sabiendo que
verdaderamente estás ahí, adentro con nosotros, no solamente recibiendo estos
como adoración sino complaciéndote y guiándonos también. Tómalo todo buen Dios:
sentimientos, movimientos, pensamientos y esfuerzos; que todo sea para
conversar Contigo, alabarte y adorarte como lo mereces. ¡Grande y maravilloso
eses Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario