Pero, si tú vuelves la mirada a Dios, si le pides perdón al Todopoderoso, y si eres puro y recto, él saldrá en tu defensa y te restablecerá en el lugar que te corresponde.
Job 8:5-6.
Lectura: Job 8:1-22.
Versículos del día: Job 8:5-6.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuando la adversidad
llega y estamos en el desierto, lo menos que queremos oír es que nos digan que
seguramente tenemos un pecado oculto y por eso estamos en la que estamos. ¡Qué
tristeza! En general ese es el decir de los que se creen muy justos y tal
pareciera que en vez de animarnos, se alegraran de nuestra desgracia. Si bien
es cierto que sí aprendemos en el tiempo de aflicción, también es cierto que no
siempre las congojas vienen por falta de oración o de dedicación a Dios.
Precisamente tenemos el ejemplo de Job quien era recto a los ojos de Dios, pero
Satanás pidió permiso para atormentarlo.
Mi experiencia me ha
enseñado respecto a la adversidad, dos cosas: la primera que soy de gran estima
para Dios y por eso, Él conociéndome, la permite para que en ningún momento
deje de estar a su lado. En segundo lugar, como muy personal, sí he aprendido
de esas experiencias negativas, a sacar provecho hasta el punto de verlas como
positivas; y de hecho fue en una circunstancia adversa, donde el Señor me mostró
a través del Espíritu Santo enviar mis devocionales diariamente. Claro,
considero que las experiencias no sirven como un patrón, puesto que cada
persona es diferente y Dios trata a cada una también de manera diferente. O
sea, no puedo decir que mi experiencia, sea exactamente la misma para el que
esté atribulado. Y como encime, es la mejor manera de ponerme en los zapatos
del que esté pasando esa prueba y ser de verdad consoladora. Creo que lo mejor
en estos casos, es escuchar directamente la voz de Dios para que el dedo
acusador no llegue de parte de nadie; el Espíritu Santo nos escudriñará y manifestará
lo pertinente.
Amado Señor: Cuando
pasemos tiempos de prueba, enséñanos a buscar tu rostro y esperar la revelación
tuya que sin duda será el mejor consejo a seguir, y serás Tú mismo dándonos el
consuelo y la fortaleza para resistir. ¡Gracias buen Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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