jueves, 19 de enero de 2017

Disfrutamos el ser tus hijos

Dichosos los que saben aclamarte, Señor, y caminan a la luz de tu presencia; los que todo el día se alegran en tu nombre y se regocijan en tu justicia. 
Salmo 89:15-16.

Lectura: Salmo 89:14-18.  Versículos del día: Salmo 89:15-16.

MEDITACIÓN DIARIA

¿Quiénes son los que conocen del Señor y le aclaman? ¿A quiénes les corresponde caminar bajo su luz, alegrarse en su Nombre y regocijarse con su justicia? Nosotros, los cristianos tenemos ese derecho que a la vez es deber. Cuando recibimos al Señor en nuestras vidas, entran también el Padre y el Espíritu Santo y ya tenemos una vía directa al diálogo con el Padre en el nombre de Jesús y es su Santo Espíritu quien nos guía y lleva a toda verdad. ¡Gloria a Dios! Ya no andamos solos, tenemos al más Grande Papá ¡Nos gozamos de ser sus hijos!
Dice más adelante: “Porque tú eres su gloria y su poder; por tu buena voluntad aumentas nuestra fuerza. Tú, Señor, eres nuestro escudo; tú, Santo de Israel, eres nuestro rey” (vv. 17-18). Lo tenemos todo: gloria, poder, fuerza y escudo. El Señor es nuestro gran Rey. Los hijos del Rey tienen privilegios especiales y esos son los que el Rey de reyes nos ofrece. Quizá nunca recapacitamos sobre las grandes ventajas que tenemos; nos contentamos con saber que somos salvos. Pasa creo que es como cuando tenemos derecho a un seguro especial de salud, pero si no nos documentamos bien, pues no gozaremos de sus beneficios. Aquí es igual, tenemos que documentarnos en su Palabra: indagar, aprender y tomarla para sí. Esta será la manera de gozar de su gloria, poder, fuerza y escudo y alegrarnos de ser sus hijos.

Buen Señor: Nos regocijamos por conocer quién eres y saber de tu justicia. Gracias por ser nuestro Sumo y Gran Rey. Gracias por saber que eres el encargado de levantarnos y glorificarte en nuestras vidas. Gracias por las fuerzas que renuevas cada mañana. Enséñanos a escudriñar las Escrituras para comprender otras tantas cosas beneficiosas que nos tienes y de las cuales no gozamos por no buscarlas. ¡Bendito eres Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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