¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿No está elevando su voz la inteligencia?
Proverbios 8:1.
Lectura: Proverbios
8:1-36. Versículo del día: Proverbios
8:1.
MEDITACIÓN DIARIA
Leyendo y meditando
este capítulo de Proverbios he aprendido varias cosas que deseo compartir sobre
la sabiduría: la sabiduría ha existido desde siempre; fue establecida desde la
eternidad y estuvo presente cuando Dios creó el universo (vv. 22-31). Y ahora
está ahí para que la tomemos y no la desechemos porque quien la halla gozará de
la prudencia, del conocimiento y la discreción. Son de ella el consejo, el
entendimiento y el poder. Con ella están las riquezas, la honra, la prosperidad
y los bienes duraderos. Su fruto es mejor que el oro fino y sobrepasa a la
plata refinada. La sabiduría va por senderos de rectitud y de justicia,
enriqueciendo a los que la aman (vv. 12-21).
Definitivamente
necesitamos esta virtud porque sin ella no conseguiremos temer al Señor ni
saber lo que desea de nosotros. “Y ahora, hijos míos, escúchenme: dichosos los
que van por mis caminos. Atiendan a mi instrucción, y sean sabios; no la
descuiden. Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día,
esperando a la entrada de mi casa” (vv. 32-34). Para terminar como conclusión,
pongamos mucha atención a los últimos versículos: “En verdad, quien me
encuentra, halla la vida y recibe el favor del Señor. Quien me rechaza, se
perjudica a sí mismo; quien me aborrece, ama la muerte” (vv. 35-36). Atendamos
a su llamado, es para toda la humanidad (v. 4), y analicemos bien todos los
favores que recibimos cuando adquirimos sabiduría y si no la tenemos pidámosela
a Dios, quien la dará abundantemente y sin menospreciar a nadie (Santiago 1:5).
Amado Señor: Quizá nos
falta todavía mucha sabiduría y por eso recorremos el camino de tumbo en tumbo.
Tú dices que si te la pedimos nos darás generosamente de ella; por favor Señor,
la necesitamos con urgencia para no seguir con orgullo ni arrogancia sino para
comportarnos de tal modo que demos testimonio verdadero como hijos tuyos que
decimos ser. Queremos gozar de todo su fruto. ¡Te agradecemos tanta bondad que
nos ofreces día a día! ¡Alabado seas buen Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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