viernes, 27 de enero de 2017

Enséñanos a arrodillarnos ante Ti

Vengan, adoremos e inclinémonos. Arrodillémonos delante del Señor, nuestro creador,   porque él es nuestro Dios. Somos el pueblo que él vigila, el rebaño a su cuidado. ¡Si tan solo escucharan hoy su voz!. 
Salmo 95:6-7 NTV.

Lectura: Salmo 95:1-11. Versículos del día: Salmo 95:6-7.

MEDITACIÓN DIARIA

Este Salmo nos invita a cantarle al Señor, a aclamarlo e inclinarnos para adorarlo. Él es nuestro Dios y Creador. Es nuestro Amo y Rey quien merece se le rinda toda la pleitesía porque no hay nadie más digno de recibirla que Él. Somos su pueblo; sus ovejas que están en el redil y es a nosotros a quienes se nos hace este llamado. ¿Por qué nos cuesta tanto adorarle? Si un día le dijimos que fuera nuestro Señor, entonces nos corresponde tratarlo como tal. Esa última parte es para ti, para mí, para toda la comunidad de creyentes: “¡Si tan solo escucharan hoy su voz!”. Tanto desea el Señor nuestra adoración, alabanza y gratitud que su exclamación es más que un lamento; casi que es una súplica.  Una súplica que debe incitarnos a convertirnos en verdaderos adoradores con la imperiosa necesidad de convertirla en práctica del diario vivir.
Aprendí de la “Celebración de la disciplina” que la genuina adoración tiene un líder que es Jesucristo, porque Él está vivo y presente entre su pueblo con todo su poder. Y así como nos dice Colosenses debemos acatarlo: “Que el mensaje de Cristo, con toda su riqueza, llene sus vidas. Enséñense y aconséjense unos a otros con toda la sabiduría que él da. Canten salmos e himnos y canciones espirituales a Dios con un corazón agradecido. Y todo lo que hagan o digan, háganlo como representantes del Señor Jesús y den gracias a Dios Padre por medio de él” (Colosenses 3:16-17 NTV).

Amado Señor: Tal vez, de cuando en cuando nos acordamos de adorarte pero no lo hacemos como lo mereces. No queremos ser sordos a tu voz. Enséñanos a alabarte y adorarte con un corazón agradecido. Nos arrodillamos ante Ti para decirte que eres el más grande y majestuoso Dios. Instrúyenos con tu infinita sabiduría para cantarte sin cesar, himnos espirituales que provoquen en nosotros un modo de vida habitual. Muchas gracias buen Señor.

Un abrazo y bendiciones.

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