viernes, 13 de enero de 2017

Indaguemos cómo instruirnos para crecer

Instrúyeme, Señor, en tu camino para conducirme con fidelidad. Dame integridad de corazón     para temer tu nombre. 
Salmo 86:11.

Lectura: Salmo 86:1-17.  Versículo del día: Salmo 86:11.

MEDITACIÓN DIARIA

Creo que por más versada que sea una persona en la Palabra de Dios, por más años que se lleve como cristiano o por más títulos eclesiásticos que se tengan, siempre es necesaria la instrucción. Dios nunca deja de enseñarnos y a veces creo que lo hace dependiendo de nuestra necesidad. Podemos pasar muchas veces sobre el mismo versículo o párrafo, pero Dios sabe el momento exacto para abrir nuestra mente y hablarnos al respecto.
Si queremos en verdad agradar al Señor y llevar una vida de integridad no podemos apartarnos de la instrucción. En el devocional anterior veíamos cuántas cosas encierra la sabiduría y si somos honestos, no nos comportamos sabiamente ni tampoco buscamos hacerlo. Por eso mismo es que necesitamos estar aprendiendo cada día más y más. El primer libro que debemos tener en cuenta es la Biblia; pero si queremos podemos ayudarnos con otros tantos libros cristianos que nos edifican y nos van a servir para conducirnos con fidelidad como lo anhela el salmista. Aun, considero que aprendemos de lo mismo que nos rodea. ¡Existen tantas formas para ilustrarnos!
En cualquier carrera hay que estar al día en los avances y cambios e ir aprendiendo cosas nuevas. La Biblia nunca dejará de adiestrarnos; entonces como creyentes en el Señor Jesucristo indaguemos la manera de estar en continuo aprendizaje.

Amado Señor: Cada día es un nuevo amanecer contigo; una nueva expectativa, un nuevo querer o anhelar algo. Dejamos en tus manos el deseo de instruirnos y de ver en cada detalle, persona o situación lo que quieres mostrarnos. Enséñanos a admirar tu creación, a verte a Ti en la alegría de un niño, en las palabras dulces de un anciano, en el canto de las aves y en el susurrar del manantial. Todos son invención tuya y de ellos aprendemos también a honrarte a Ti. ¡Señor mi Dios, con todo el corazón te alabaré, y por siempre glorificaré tu nombre!

Un abrazo y bendiciones.

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