Anhelo con el alma los atrios del Señor; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios de la vida.
Salmo 84:2.
Lectura: Salmo
84:1-12. Versículo del día: Salmo 84:2.
MEDITACIÓN DIARIA
“Dichoso el que habita
en tu templo, pues siempre te está alabando” (v. 4). Si bien es cierto que nosotros
los cristianos somos ahora el templo vivo de Dios y que podemos estar en comunicación hablándole todo
el día, encomendandole cada paso que damos y alabándolo continuamente; también por ese mismo privilegio del que gozamos, podemos apartarnos buscando
un momento de más intimidad para encontrarnos cara a cara con nuestro Gran Rey
y Señor. De allí saldremos fortalecidos y rejuvenecidos. Su presencia nos dará
el gozo de una cara más amable y risueña: “Dichoso el que tiene en ti su
fortaleza, que sólo piensa en recorrer tus sendas” (v. 5). Cuando hacemos esta
relación nuestro modo de vida, los resultados los vemos de inmediato. No
importa que lleguen los días malos porque: “Cuando pasa por el valle de las
Lágrimas lo convierte en región de manantiales; también las lluvias tempranas cubren
de bendiciones el valle”.
Anhelemos buscar los
atrios del Señor y que cuando estemos allí todo nuestro ser sienta ese sumo gozo,
porque definitivamente si no es con Él, entonces, ¿con quién? “Vale más pasar
un día en tus atrios que mil fuera de ellos” (v. 10). Dios quiere que le
contemplemos mirando toda la magnitud de su gloria. Expresémosle cuán grande es
para nosotros y cuán hermoso es degustar su aspecto. Rindamos nuestro ser
total: alma, cuerpo y espíritu al grandioso Rey. “¡Cuán hermosas son tus
moradas, Señor Todopoderoso!” (v. 1)
Señor: Nos presentamos
delante de Ti. ¡Qué hermoso eres mi Señor! Rodeado de gloria y exaltado por
ángeles. Descubriendo las melodías de alabanza y adoración rendidas a tu Nombre.
Es un privilegio estar a solas a tu lado y anhelamos estos momentos íntimos en
tus atrios. Queremos vivir esa comunión constante para contemplar tu hermosura
y recrearnos en tu trono. Enséñanos a buscar siempre tu rostro y sentirnos dichosos
de estar gozándonos Contigo. ¡Gracias buen Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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