martes, 16 de febrero de 2021

Hablémosle cara a cara y sin temor alguno

 ¡Miren a las naciones! ¡Contémplenlas y quédense asombrados! Estoy por hacer en estos días cosas tan sorprendentes que no las creerán aunque alguien se las explique. 

Habacuc 1:5. NVI.


Lectura: Habacuc 1:1-11.  Versículo del día: Habacuc 1:5.


MEDITACIÓN DIARIA


El profeta Habacuc le habla a Dios quejándose de la violencia, las calamidades y el sufrimiento (vv. 2-4) y el Señor le responde que está por hacer cosas sorprendentes que no las creerán aunque las expliquen.

Me parece importante entender que a Dios le gusta que le hablemos sinceramente. Habacuc no tuvo inconveniente en decirle a Dios lo que sentía. Personalmente siempre he pensado que cuando nos desnudamos ante nuestro Dios, es cuando Él empieza a actuar. Así le respondió a Habacuc. Por eso mi recomendación es que, si quieres llorar, gritar, o igualmente reír o cantar cuando estés a solas con Dios, hazlo. No te detengas ni te reprimas. Para qué decirle al Señor que estamos felices cuando estamos destrozados por dentro. O que amamos a x o y persona, si en realidad no queremos ni verla. Dios lo sabe todo; entonces no vale la pena engañarlo y a la vez engañarnos a nosotros. El rey David eso era lo que hacía. Quizá por su sinceridad dice la Escritura que tenía un corazón conforme al de Dios. El mismo Dios lo afirmó (Hechos 13:22). El Salmo 109 es una muestra de sus oraciones, donde David le pide venganza a Dios.

Claro, hay que anotar algo: el Señor Jesucristo nos dejó el nuevo mandato, donde nos dice amar al enemigo (Mateo 5:43). Así que órale al Señor dejando que fluyan tus sentimientos, que Él mismo se encargará de voltear tu corazón y actuar en tu favor.


Amado Señor Jesús: queremos acercarnos a Dios Padre con corazón sincero y sin tapujos hablar con Él sabiendo que es el mejor Papito y nos escucha. Señor, por más daño que nos hayan causado, pon en nuestros corazones el deseo de perdonar y dejar estas cargas en tu mano. Gracias por enseñarnos que Tú Eres el Dios que nos oyes y a la vez nos levantas. Tú siempre estás listo para tus hijos. Gracias buen Señor.


Un abrazo y bendiciones.

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