lunes, 8 de febrero de 2021

Eres Tú quien nos llevas nuevamente hacia la luz

Enemiga mía, no te alegres de mi mal. Caí, pero he de levantarme; vivo en tinieblas, pero el Señor es mi luz. 

Miqueas 7:8. NVI.


Lectura: Miqueas 7:8-10.  Versículo del día: Miqueas 7:8.


MEDITACIÓN DIARIA


Bueno, a pesar de ser profecía para Israel, considero también tomarla para cada uno. Nadie está exento de caer y de ver que hay alrededor quienes están al acecho para señalarle. Es tal como dice el dicho: ‘al caído, caerle’. Definitivamente si nuestro Dios no fuera el que Es y tan misericordioso, ninguno saldría adelante; pero la misericordia, el amor y la fidelidad de Él son inagotables y está atento a recibirnos de nuevo como el Padre bueno que es. Sucederá como en la parábola del ‘Hijo pródigo’. Hará fiesta porque su hijo(a) ha vuelto a casa. “He pecado contra el Señor, así que soportaré su furia hasta que él juzgue mi causa y me haga justicia. Entonces me sacará a la luz y gozaré de su salvación” (v. 9). Claro que las consecuencias llegarán, pero lo hermoso de Papito Dios es que no nos dejará caídos; nos levantará y continuaremos de su mano. “Cuando lo vea mi enemiga, la que me decía: ¿Dónde está tu Dios?, se llenará de vergüenza” (v. 10).

He comprobado a lo largo de mi vida cristiana que cuando juzgamos al prójimo, otros vienen y nos juzgan igual a nosotros. He comprobado que caer es más fácil de lo que a veces nos imaginamos. Quizá porque no somos precavidos con el enemigo y él no se queda quieto: siempre está buscando a quién devorar. Pero nuestro Dios engrandeció su misericordia sobre los que le temen; Él conoce nuestra condición (Salmo 103).

Aprendamos a no poner el dedo acusador en nadie, porque cuando decimos ‘de esta agua no beberé, resulta ser de la primera que estaremos bebiendo’. Démosle gracias a Dios por las veces que hemos caído y Él con su amor de siempre nos ha rescatado, sacando de las tinieblas nuevamente a la luz.


Amado Señor: ante todo perdón por no solo criticar sino por considerarnos infalibles ante el pecado. Gracias porque nos muestras cuán débiles somos y susceptibles a dejarnos llevar por la naturaleza pecaminosa. Gracias también porque Eres Tú quien ya pagaste todo el precio por nuestras transgresiones y te las llevaste en la cruz del Calvario. Gracias porque a través de tu Santo Espíritu nos atraes nuevamente y nos restauras. ¡Grande es tu amor!


Un abrazo y bendiciones.

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