Gritos de júbilo y victoria resuenan en las casas de los justos: ¡La diestra del Señor realiza proezas!
Salmo 118:15. NVI.
Lectura: Salmo 118:1-29. Versículo del día: Salmo 118:15.
MEDITACIÓN DIARIA
Siendo colombiana, ayer todo el día tuve en mente a mi
hermano país, Venezuela. Hoy 23 de febrero es el día clave. Todos esperamos que
la ayuda humanitaria puede entrar y sea repartida entre tanta gente no solo con
enfermos, niños y ancianos sino con todo el pueblo en general. El tiempo de
vacaciones en diciembre allá en Medellín (Colombia), pude informarme y tener un
poco más de conocimiento sobre lo que están sufriendo. Medellín está llena de
venezolanos sobreviviendo en las calles; tratando de luchar para poder
alimentar a sus familias, o bien mandar algo para los suyos de una u otra
manera. Conocí mujeres dedicadas a la peluquería y belleza; mujeres haciendo
oficios varios en casas de familia, mujeres en la prostitución. Hombres
vendiendo dulces, arepas, chuzos en las calles. Supe también de una mujer que
llegó a la Iglesia donde se congregan mis hijos con un caso patético de desnutrición
y hambre con toda su familia. Entendí, que fue conmovedor ese cuadro. Le doy
gracias al Señor por la persona que con tanta generosidad le tendió la mano.
Pero da mucha tristeza que mujeres bien, instruidas y levantadas en otros
ambientes hayan tenido que vender sus cuerpos para llevar un pan a sus hijos. Esta
es la Venezuela de ahora.
Por todo esto me uno en oración y clamor por Venezuela
y a la vez por mi Colombia que ha querido ser puente en esa ayuda que los
venezolanos esperan ansiosamente. El Señor permita que llegue un nuevo día para
ellos y que su Nombre sea exaltado en esta tierra. Bendito Dios, que podamos
decir: “Este es el día en que el Señor actuó; regocijémonos y alegrémonos en él”
(v. 14). Los invito a unirse hoy en oración, por la libertad del pueblo
venezolano y porque no vaya a ver enfrentamiento alguno que deje más víctimas
rodando.
Amado Señor: para ti todos somos iguales y valemos lo
mismo. Tú viniste a darnos libertad; te clamamos que rompas esas cadenas de opresión
y miseria de nuestros hermanos venezolanos. Sus ríos y llanura son también los
nuestros. Te rogamos por libertad y unidad para ellos. Bendice también a
Colombia y que no haya sangre derramada en ninguno de los dos lados. Permite
que en sus campos y llanura se escuche el grito de ¡Gloria al Bravo Pueblo en
unión con el Gloria Inmarcesible! Gracias bendito Dios Soberano y Poderoso.
Un abrazo y bendiciones.
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