lunes, 11 de febrero de 2019

Su Nombre: ¡Un misterio maravilloso!

¿Por qué me preguntas mi nombre? —replicó él—. Es un misterio maravilloso. 
Jueces 13:18. NVI.

Lectura: Jueces 13:1-25.  Versículo del día: Jueces 13:18.

MEDITACIÓN DIARIA

Los israelitas seguían en las mismas: ofendían al Señor; se veían acosados por los enemigos; clamaban nuevamente al Señor y Él se apiadaba de ellos y les enviaba otro juez que los gobernara y sacara adelante de sus enemigos. Había un hombre en Zora, llamado Manoa, de la tribu de Dan que no tenía hijos porque su esposa era estéril. El ángel del Señor se le apareció a ella para comunicarle que tendría un hijo que sería nazareo, por lo tanto, nunca se le cortaría el cabello de su cabeza. Sería consagrado a Dios desde antes de nacer y comenzaría a librar a Israel del poder de los filisteos. Cuando esta mujer le avisó a su esposo lo sucedido, él quiso conocerlo. Así que cuando volvió el ángel del Señor, le repitió exactamente lo mismo sobre el niño que habría de nacer. Manoa quiso ofrecerle un cabrito, pero el ángel le dijo que mejor ofreciera un holocausto al Señor (vv. 1-17). Como Manoa no sabía quién era le preguntó su nombre. “¿Por qué me preguntas mi nombre? —replicó él—. Es un misterio maravilloso”. Esa es la parte interesante. ¡Un misterio maravilloso! Bien se le puede llamar:

“YHWH / YAHWEH / JEHOVÁ”: “SEÑOR”. “YO SOY EL QUE SOY” (Éxodo 3:14).
“EL ELOHÉ”: Dios Poderoso, Fuerte, Prominente. (Génesis 33:20)
“EL SHADDAI”: Dios Todopoderoso, El Fuerte de Jacob (Génesis 49:24)
“ADONAI”: El Señor (Jueces 6:15)
“YAHWEH-JIREH”: El Señor Proveerá (Génesis 22:14)
“YAHWEH-RAPHA”: El Señor Que Sana (Éxodo 15:26)
“¡Abba!”: Padre, Papito (Romanos 8:15)

“El Ángel del Señor”: Parece ser, Dios mismo. Una forma de mostrarse a las personas, tal como aparece en la lectura. “La mujer dio a luz un niño y lo llamó Sansón” (v. 24). Los anteriores son algunos de los nombres más relevantes. Pero ¿no es un misterio maravilloso? ¡Claro que sí! Tenemos tantas maneras de llamar a nuestro Dios y Rey que especialmente considero se goza cuando lo llamamos muy amorosamente: Papito Dios.

Papito Dios: estoy tan orgullosa de ser tu hija que no me cansaré de darte gracias y bendecir tu Nombre por ese momento en que me adoptaste como tuya. Gracias mi Dios Shaddai, mi Dios Rapha, mi Dios Jireh. Gracias mi Dios Señor y Salvador de mi vida. ¡Todo el honor y la gloria son para Ti!

Un abrazo y bendiciones.

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