Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.
Salmo 103:1-2.
Lectura: Salmo
103:1-22. Versículos del día: Salmo
103:1-2.
MEDITACIÓN DIARIA
Estoy en Santa Rosa de
Cabal, Risaralda, Colombia, en casa de mi hermano Germán. Su hijita menor se
gradúa como microbióloga hoy y mi Señor aparejó todas sus fichas de manera que
estuviera por aquí en mi patria y pudiera asistir a la ceremonia. Mi otro
hermano llegó del Llano. ¡Jamás imaginé que esto fuera a suceder! Encontrarnos
por fin los tres es maravilloso y este Salmo hace vibrar más, en mi ser, el
agradecimiento y la alabanza hacia el Dios que me ama. Su amor nunca deja de
ser; no se agota. ¿Cómo no darle gracias al dador de mi vida? ¡Si Él es quién
me perdona, me levanta, me sana, me guarda, me consiente y aún me arrulla
meciéndome en sus brazos! Puedo sentir su amor inigualable en cada paso que doy;
su amor es eterno. Es que es bondad, tras bondad; como dice el Salmo: ¡que mi
alma no olvide ninguno de sus beneficios!
Mi Señor amado: Cuando
hago una retrospectiva de mi vida y hablando con los que me rodean, entiendo
cuánto amor has derramado sobre mí y no tengo palabras para agradecerte tanto
bien ofrecido sin merecerlo. ¡Eres mi Maestro, mi Médico, mi Consejero, mi Guarda,
mi Abogado y hasta mi Confidente insuperable! Definitivamente eres el Amor de
mi vida y eso lo sé muy bien porque no hay otro como Tú. Gracias, muchas gracias buen Señor. Gracias
por haberme permitido conocerte y ahora ser la niña de tus ojos. No permitas
que mis labios se cierren y no cuente tu gloria ¡Quiero gritar a los cuatro
vientos todo lo que has hecho por mí! ¡Te alabo con todo mi corazón y todo mi
ser!
Un abrazo y
bendiciones.
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