lunes, 27 de febrero de 2017

Un oasis en medio del desierto

Yo sé que mi redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte. 
Job 19:25.

Lectura: Job 19:1-29.  Versículo del día: Job 19:25.

MEDITACIÓN DIARIA

Job estaba pasando por uno de sus peores momentos. Su aflicción no era para menos: sus hijos murieron, su esposa lo repudiaba, sus bienes perdidos y encima de eso, los que creía eran sus amigos, solo iban para injuriarlo. Sin embargo en medio de la gran prueba ve una luz y como una predicción de lo que sería Jesucristo dice: “Yo sé que mi redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte”. “Y, cuando mi piel haya sido destruida, todavía veré a Dios con mis propios ojos. Yo mismo espero verlo; espero ser yo quien lo vea, y no otro. ¡Este anhelo me consume las entrañas!” (vv. 26-27). Fue una revelación divina, donde entiende que no importa lo que sufra aquí porque la gloria futura será incomparable. Tal como está escrito en romanos 8:18; anhela con todo su ser, ver con sus propios ojos al Dios de su vida.
Reflexiona sobre la lectura y si estás pasando por un desierto de nunca acabar,  te queda rendirte ante el Señor y humillarte si es necesario con llanto y clamor. Sé que en medio de la prueba Él se manifestará tal como lo hizo con Job y te dará el gozo de entender que en realidad esto es pasajero y que lo que vale es lo eterno. Tenemos una esperanza que nada ni nadie nos podrán arrebatar y ésta será la que nos llevará a encontrar un oasis en medio del desierto.

Amado Señor: Gracias porque estás en medio de la prueba sosteniéndonos y puliéndonos de tal manera que brillemos en el mundo y podamos cumplir con el propósito de llevar esa luz a los que andan en oscuridad. Todo lo que nos pasa está en tus manos y sabes perfectamente hacia donde nos conducirás con tal de completar tu buena obra en cada uno de nosotros. Esa fe refrescada y renovada en el oasis demuestra tu amor entrañable y nos hace confesar y proclamar: ¡Mi Redentor vive y ha triunfado sobre la muerte! Te damos gracias buen Señor porque si no fuera por las aflicciones no podríamos dar testimonio de que eres el Hijo de Dios hecho hombre, que moriste en la cruz para salvarnos y resucitaste para darnos vida eterna. 

Un abrazo y bendiciones.

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