sábado, 9 de julio de 2016

Usemos las armas que tenemos

Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo. 2 Corintios 10:5.

Lectura: 2 Corintios 10:1-18.  Versículo del día: 2 Corintios 10:5.

MEDITACIÓN DIARIA

A veces nos encontramos con personas que con sus argumentos mundanos tratan de confundirnos y nos quedamos callados. Creo que el Señor me está hablando muy claro, porque en días pasados tuve una conversación con una compañera de estudio y ella entre todo lo que me dijo, me dio a entender que practicaba algo así como la santería o brujería. Yo que reconozco, soy tarda para captar los mensajes y entender rápidamente lo que me hablan, no tuve palabras para debatirle en ese momento su posición; pero más tarde pensando y pensando en la conversación, le comenté a mi esposo y llegamos a la conclusión que eso era más bien una especie de brujería. Ahora yo me cuestiono el porqué no fui capaz de refutarle y me dejé tan sutilmente enrollar en algo que en lo más mínimo acepto y que entiendo perfectamente las consecuencias que trae a quien lo practique. Sé muchos versículos de la Biblia y sin embargo, en esos momentos mi mente quedó en blanco, no recordaba nada. Tal vez me confundí y no tuve en cuenta que es el Señor el que pelea por mí: “pues aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas” (vv. 3-4).
Yo soy la primera en aprender que Satanás quiere dominar el mundo con sus armas, pero que las que yo poseo son más poderosas porque son Palabra de Dios y con esas es que debemos atacar al enemigo.
Esto lo escribo como testimonio, porque muchas veces nos creemos saberlo todo y miren: mi adversario supo muy bien, por cuál lado intimidarme. “El que cree que sabe algo, todavía no sabe como debiera saber” (1 Corintios 8:2).

Amado Señor: Quiero pedirte perdón porque me faltó estar más atenta y en alerta para debatir argumentos tan adversos, a mi fe en Ti. Te pido que de ahora en adelante pongas en mi boca respuestas inmediatas, adecuadas y oportunas con la Palabra tuya que me has enseñado, para no caer y dejarme sorprender[U1]  nuevamente. ¡Gracias bendito Señor!

Un abrazo y bendiciones.






 [U1]

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