lunes, 25 de julio de 2016

¿Estás dispuesto a ofrecer este amor a tu esposa?

Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Efesios 5:25-26a.

Lectura: Efesios 5:21-33.   Versículos del día: Efesios 5:25-26a.

MEDITACIÓN DIARIA

Este devocional va dirigido muy directamente hacia los esposos. Todas tenemos cónyuges, padres, hermanos, primos o amigos; así que podemos compartirlo con ellos también.
Siempre he pensado que cuando el hombre ama, a la mujer le queda fácil el sometimiento. Además este sometimiento no es imposición es sumisión, subordinación. Por otro lado, he aprendido que precisamente el sometimiento de la mujer es muchísimo más fácil de obedecer, ya que lo ordenado por Dios al hombre va más allá: amarla hasta el punto de si es necesario dar su vida por ella. Tal vez humanamente no lo entendamos porque es difícil asimilar y razonar lo que significa el amor divino de Dios. Quizá nos suceda como con otras tantas cosas que las decimos por decir, pero que si vamos a la práctica, se quedan solamente en eso: palabras.
Yo les pregunto a los señores: ¿ustedes sí están dispuestos a dar su vida por la mujer a quien Dios, les proveyó como compañera? “Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable” (vv. 26-27). En mi concepción, si leemos detenidamente podemos notar que el Señor purificó su Iglesia para enorgullecerse directamente de ella.
¿Recuerdan lo que Dios le mandó a Oseas?  Que tomara por esposa a una prostituta para demostrarle lo que era su pueblo con Él; lo cual podemos aplicar a su Iglesia también y a la vez a la relación entre esposos. Oseas fue y así lo hizo; se casó con Gómer (Oseas 1:2-3). Supongo que la vida de Oseas al lado de Gómer no debió ser tan fácil. Hubo muchos cargos contra ella (Oseas 2:2-13); sin embargo, más adelante leemos que a pesar de todo su mal comportamiento, la reconquistó para levantarla y enaltecerla: “Por eso, ahora voy a seducirla: me la llevaré al desierto y le hablaré con ternura”; “En aquel día —afirma el Señor —, ya no me llamarás: ‘mi señor’, sino que me dirás: ‘esposo mío’”; “Yo te haré mi esposa para siempre”; “Te daré como dote mi fidelidad” (Oseas 2:14; 19a; 20a). Simplemente: ¡Amor sublime!
Pregúntense esposos: ¿están dispuestos a brindar esta clase de amor y perdón a sus esposas, tal como el Señor lo hace con los suyos?

Amado Señor: Gracias por tu Palabra que es toda verdad. Gracias porque nos enseñas a verte como el Esposo amante que perdonas, restauras y enalteces y de ese mismo modo dejas el ejemplo para que todo hombre ame a su esposa de la misma manera que lo haces con tu Iglesia. Oro por todos los hogares que leen este devocional y en especial porque cada hombre se levante en amor a reconquistar a su esposa y si es el caso a perdonarla, elevarla y restaurarla como a una novia radiante, sin mancha ni arruga alguna. ¡Gracias buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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