Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón como sucedió en la rebelión, en aquel día de prueba en el desierto. Hebreos 3:7-8.
Lectura: Hebreos
3:1-18. Versículos del día: Hebreos
3:7-8.
MEDITACIÓN DIARIA
Creo que escuchamos
muchas veces este pasaje pero no todo. Entendámoslo completo: “como sucedió en
la rebelión, en aquel día de prueba en el desierto”. El pueblo de Israel era un
pueblo obstinado y desobediente; a pesar de haber visto los prodigios
realizados por Dios para sacarlos de Egipto y mantenerlos en el desierto,
seguía buscando ‘peros’ y excusas para alejarse de Él.
Sí es cierto que andar
en el desierto no es para nada fácil; pero es que también obramos como aquel
pueblo y a pesar del Señor mostrarnos continuamente su amor y fidelidad,
echamos para atrás ante la dificultad,
sin entender que nuestro Dios lo puede todo, pero que solo está
esperando nuestra lealtad. Es muy fácil que en ese caminar tan árido y sediento
reneguemos y nos olvidemos de quién ha sido nuestro Dios; el enemigo que conoce nuestra debilidad, es el primero en caernos encima
para aprovecharse de la situación. Por otra parte estamos nosotros que nos
falta firmeza y resolución para decir: ‘no’ y continuar con la fe puesta en las
promesas de la Palabra.
Definitivamente, el
desierto no es fácil de transitar. He visto muchos hogares terminarse
precisamente cuando están viviendo esos desiertos, especialmente el financiero.
Personalmente le doy gracias al Señor porque nuestros hijos mayores fueron las
torres que nos fortalecieron y apoyaron en esos momentos críticos. ¡Gloria a
Dios por ellos! Y mi oración porque todos los que estén ahora en tierras estériles
resistan, insistan, persistan y no desistan. No hay excusa: hoy están
escuchando su voz; así que ¡adelante!
Amado Dios: Te rogamos
que no permitas que nuestro corazón se endurezca y nos olvidemos de Ti en
situaciones adversas. Al contrario Señor; que recordemos que los días malos
llegan igual que los buenos y en ambos tenemos que alabarte y adorarte. Tú
conoces nuestro caminar, llévanos de tu mano a reposar en verdes prados y a
descansar en tu Palabra. ¡Gracias buen Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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