Mi apreciada Marta, ¡estás preocupada y tan inquieta con todos los detalles! Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la quitará. Lucas 10:41-42. (NTV)
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Lectura: Lucas
10:38-42. Versículos del día: Lucas
10:41-42.
MEDITACIÓN DIARIA
Siempre he tratado que
mis devocionales como tal, sean el reflejo de mi misma vida, aunque no siempre es así. Tomé ese pasaje de la
Biblia para mi devocional de hoy por algo que me sucedió ayer y que como
testimonio pasaré a relatarles:
Mi estudio de inglés en
el College no es una cosa del otro mundo, pero sí trato de ponerle el mayor
empeño y responsabilidad. El nivel que estoy cursando es el último y me ha
demandado tiempo porque precisamente por ser el último tenemos que hacer una
presentación sobre un tema libre y aparte de eso la elaboración de un
portafolio con diferentes puntos dados por la misma Institución. Pues bien; las
presentaciones eran esta semana por orden de lista y antier no alcancé, luego
era ayer. Mi tema era sobre Colombia y su folclor, donde hablé sobre sus
diferentes regiones con platos, carnavales y fiestas representativas y danzas
típicas de cada una de sus regiones. Al final, mostré diferentes objetos
típicos y entregué a mis compañeros y profesora pequeños detalles de mi país.
El caso es que yo estaba demasiado nerviosa y preocupada por mi presentación:
casi no dormí, no comí. En mi mente últimamente solo existía la palabra
“presentation”. Le oré al Señor por esto, puse a orar a todos y le decía a mi
esposo que esa profesora era como dura y quizá yo no le caía bien, pues nunca
se había dirigido hacia mí. Así me llegó la hora y salí al ruedo. Vi la mano del
Señor ayudándome y la verdad, sinceramente les digo que solamente por el poder
del Espíritu Santo, no solo hablé lo que tenía en las diapositivas sino mucho
más. Incluso comenté que era 20 de julio, día de la independencia de mi país.
Al decir esto, mis compañeros aplaudieron como solidarizándose con nuestra
patria. Mi profesora quedó encantada con mi exposición y yo que exhalaba
alegría por todos los lados. En conclusión: El Señor me enalteció y estaba que
no cabía de la dicha.
Después siguió una niña
que habló sobre la cocina haitiana porque es de allá y como también llevaba un
plato típico nos ofreció a todos una degustación. No recuerdo si pasaron una o
dos personas más, hasta que le llegó el turno a una niña que no sé su nombre.
La mayoría de estudiantes son haitianos y tienen unos nombres muy difíciles de
aprender. Lo que sí les puedo decir es que después del jolgorio con mis
obsequios y el de la comida, el salón quedó en total silencio cuando su
exposición fue sobre Nick Vujicic, el hombre cristiano que no tiene brazos ni
piernas pero sí un corazón grandísimo para darle todo honor y gloria a quien
debe darlo. Aparte de hablar algo sobre su vida, nos pasó un video donde él
estaba compartiendo y hablando de las maravillas de Dios con él y en ese
momento ella alzó su brazo hacia el cielo honrando también al Señor y escuché la
voz de un compañero mío con un fuerte “amén”.
Déjenme contarles que
esto me impactó. Que desde el comienzo de esa presentación empecé a entender la
lección de Dios para mí. Fue como si me dijera: “Dora te enaltecí, y ¿tú qué
hiciste por mí?” Me importó más mi gloria que la de Dios. Sin embargo, Él fue
tan bondadoso conmigo que puso todo a mi alcance: palabras, poder,
entendimiento, sabiduría y gracia ante mi profesora y compañeros. Afanada y
preocupada estaba; esa fue mi prioridad en la última semana. No les miento si
les confieso que llegué a pensar en hacer mi exposición sobre el Señor en mi
vida, pero deseché la idea creyendo que nadie me pondría atención, o sería el
‘hazme reír del curso’. No sé hasta dónde quedaron impactados los del salón, pero de una cosa
estoy segura: la Palabra de Dios nunca regresa vacía.
Les comparto esto
porque mi Amado Señor me habló demostrándome cuánto me daba Él a mí y cuán poco
yo le retribuía a Él. Definitivamente mi compañera buscó la mejor parte y nadie
se la quitará “Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se
humilla será enaltecido” (Mateo 23:12 NVI).
Amado Jesús: Te pido
perdón por mi preocupación; te pido perdón por mi falta de fe; te pido perdón
por enaltecerme. Pero en especial te pido perdón porque no te di el primer
lugar a Ti; me robé tu gloria y honra. Gracias por perdonarme y limpiarme. Dame
valor para predicar tu Palabra donde quiera que esté sabiendo que esa es la
mejor parte y te agrada que lo haga. ¡Gracias bendito Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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