—¡Qué cosa tan extraña!—respondió el hombre—. A mí me sanó los ojos, ¿y ustedes ni siquiera saben de dónde proviene? Sabemos que Dios no escucha a los pecadores pero está dispuesto a escuchar a los que lo adoran y hacen su voluntad.
Juan 9:30-31. NTV.
Lectura: Juan 9:13-34.
Versículos del día: Juan 9:30-31.
MEDITACIÓN DIARIA
Continúa el relato del
ciego de nacimiento que el Señor sanó. Los fariseos y maestros de la ley no aceptaban
que Jesús lo hubiera sanado y no solamente interrogaron al que era ciego sino
también a sus padres. El hombre sanado en vista de tanta insistencia de ellos
sobre su sanidad les contesta duro, para ver si entienden, aunque al final, lo
que pasó fue que lo echaron de la sinagoga.
Creo que todavía suceden
cosas parecidas. Cuando el Señor hace una sanidad, incluso los mismos de la
Iglesia, la cuestionan o no le dan el crédito que el Señor merece. Y si es por el
lado de los médicos, mucho menos. Lo importante es que cada uno tenga la firme
convicción de lo que el Señor puede hacer con sus vidas y no dejarse llevar por
lo que diga el mundo.
Amado Señor Jesús:
muchas gracias porque Tú vas tocando corazones y a la vez cuerpos encadenados
por el pecado, o simplemente para que se vea tu poder obrando en las vidas de
los atribulados, como el hombre ciego de nacimiento a quien Tú sanaste. Gracias
porque Eres el mismo ayer y hoy, y estás atento a nuestras necesidades. ¡La gloria
sea para Ti!
Un abrazo y bendiciones.
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