Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.
Juan 15:5. NVI.
Lectura: Juan 15:1-8. Versículo del día: Juan 15:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Tenemos que estar bien
pegaditos del Señor Jesús para dar el fruto que glorifique al Padre. Considero
que el fruto que debemos dar no es solamente compartir y llevar el mensaje.
¡Claro que esto es muy necesario! Sin embargo, si no tenemos amor no somos
nada. El Señor a lo largo de su Evangelio nos habla del amor que debemos ofrecer;
de hecho, es el nuevo mandamiento que nos deja (Juan 13:34). Él se entregó a
nosotros por amor y en esto tenemos que ser semejantes a Cristo. En una palabra,
dejar que el Señor crezca y nosotros menguar (Juan 3:30), es la manera de dar
el mejor fruto. Además de eso: “Si permanecen en mí y mis palabras permanecen
en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá” (v. 7). Una buena clave
para tener en cuenta cuando le hacemos peticiones.
En conclusión, el fruto
que se nos pide es el de llevar amor. Por amor compartimos la Palabra, por amor
somos pacientes, por amor respondemos con suavidad, por amor perdonamos. En fin,
el amor es parte del fruto del Espíritu Santo y en 1 Corintios 13 se nos dice
cómo debe ser ese amor. No nos despeguemos del Señor para que ese fruto permanezca
y crezca cada día más.
Amado Señor Jesús:
gracias por hacernos parte de esa tu vid verdadera. Gracias por enseñarnos a
permanecer en Ti para dar fruto que perdure. Queremos hacer tu voluntad y que
el Padre se goce con nosotros. Gracias bendito Dios por podarnos cuando lo ves
necesario para nuestro crecimiento. Muchas veces duele esa podada, pero Tú bien
sabes cuánto lo precisamos. Muchas gracias por mostrarnos la importancia del
fruto del amor. ¡Te amamos buen Señor y Dios nuestro!
Un abrazo y bendiciones.
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