¡Alaben al Señor! Pues él oyó que clamaba por misericordia. El Señor es mi fortaleza y mi escudo; confío en él con todo mi corazón. Me da su ayuda y mi corazón se llena de alegría; prorrumpo en canciones de acción de gracias.
Salmo 28:6-7 NTV.
Lectura: Salmo 28:1-9. Versículos 6-7.
MEDITACIÓN DIARIA
Es una garantía enorme
tener al Señor en nuestras vidas. Sabemos que en cualquier momento que nos
acerquemos Él está pendiente de nosotros. Pero no solamente desea que le
clamemos por ayuda y misericordia; Él desea que seamos agradecidos y le devolvamos
como bien dice otro salmo: sacrificios de alabanza “El sacrificio que te
ofrezco es mi alabanza; voy, Señor, a proclamar tu nombre” (Salmo 116:17 RVC).
Al admitir lo que Dios ha hecho estamos siendo más bendecidos. Tenemos que
reconocer tanto favor recibido. El Padre se conmueve ante nuestra gratitud. A Él
le gusta que lo alabemos y exaltemos.
Mi Dios y Señor:
¡Cómo no estar agradecida Contigo! Cada vez que recurro a Ti, tus oídos están
atentos a escuchar; nunca me dices: ‘estoy ocupado’, ‘vuelve más tarde’.
Siempre estás ahí presto a darme todos los favores pedidos. Tú Señor, solo Tú,
Eres mi fortaleza y escudo, confío en Ti con todo mi corazón. Tu ayuda devuelve
mi alegría y me levanta el ánimo. No tengo para Ti, más que canciones de acción
de gracias. Solo Tú que tienes el poder de poner como de quitar, me restituyes
el gozo y la estabilidad para proseguir. Toda la gloria, honra y honor son para
Ti; ninguno más la merece. ¡Aleluya! ¡Alabado seas por siempre!
Un abrazo y bendiciones.
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