Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los líderes religiosos.
Mateo 27:3. NVI.
Lectura. Mateo
27:1-10. Versículo del día: Mateo 27:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Tristemente, Judas sintió
remordimiento, más no arrepentimiento. El remordimiento es producto del mal
cometido; el arrepentimiento es reconocerlo y decidirse a no volver a incurrir
en lo mismo. Arrepentirse es darle la espalda al pecado y continuar por el
camino que lleva a Dios. En este mundo vemos que al hombre caído poco o nada le
importa pecar. Se mofa del pecado y sigue como si nada. No tiene ni idea del castigo
que le espera. Entendamos que el pecado
llega, por el mismo estado de indiferencia que el hombre tiene hacia Dios,
caracterizada por una actitud de rebelión activa o pasiva y esto es en sí, el
pecado. (Romanos 3:23 y 6:23).
Precisamente el Señor
Jesús vino a restablecer la relación entre Dios Santo y el hombre pecador. Él
es el puente que nos conduce a Dios Padre. Jesús lo afirmó cuando contestó lo
siguiente: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si
no es por medio de mí” (Juan 14:6 ). Jesús es la solución para el hombre
pecador: ¡arrepiéntete! Gozarás de una vida nueva aquí en la tierra (Juan 10:10)
y de una eternidad a su lado (1 Juan 5:12). Te invito a orar así:
Señor Jesús:
reconozco que soy pecador y estoy arrepentido por ello. Te abro la puerta de mi
vida para que seas mi Señor y Salvador. Te pido perdones mis pecados y tomes el
control del trono de mi vida. Haz de mí, la persona que quieres que yo sea.
Gracias por perdonarme, limpiarme y abrirme el camino para llegar a Dios Padre.
Gracias porque Contigo gozaré de una eternidad en el cielo. Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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