Y, como ellos lo acosaban a preguntas, Jesús se incorporó y les dijo: —Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
Juan 8:7. NVI.
Lectura: Juan
8:1-11. Versículo del día: Juan 8:7.
MEDITACIÓN DIARIA
Esto responde el Señor
Jesús cuando los maestros de la ley le llevaron a una mujer, sorprendida en
adulterio. Claro, ellos se la llevaron con el propósito de tenderle una trampa,
a ver si decía algo que pudieran usar en su contra. El Señor como siempre, saca
a relucir la misericordia hacia el hombre pecador. ¡Qué profundidad de
sabiduría! “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera
piedra”. No tenía que decir nada más. Supongo, todo quedó en absoluto silencio;
nadie podía refutar y uno a uno se fueron apartando.
Una muy buena lección
para todos, todos sin excusa que somos ligeros de criticar, acusar y señalar
con el dedo. Así que ya sabemos, cuando queramos juzgar a alguien pensemos en
lo que nos dice otro versículo de la Biblia: “¡Hipócrita! Primero quita el
tronco de tu ojo; después verás lo suficientemente bien para ocuparte de la
astilla en el ojo de tu amigo” (Mateo 7:5 NTV). Leamos bien: en el propio ojo
hay un tronco mientras que en el de tu acusado, simplemente hay una astilla.
“Entonces él se incorporó
y le preguntó: —Mujer, ¿dónde están? ¿Ya nadie te condena? —Nadie, Señor. —Tampoco yo te condeno. Ahora
vete, y no vuelvas a pecar” (vs. 10-11 en la lectura). Infinito amor, infinita
misericordia. Eso es lo que el Señor sabe dar.
Amado Jesús:
gracias porque cada día nos das una nueva lección, no para que se quede en el
papel, sino para que la pongamos en práctica. Gracias por enseñarnos a amar a
nuestro prójimo, tal como lo haces Tú. Eres Incomparable bendito Señor. ¡Con
razón te aman! ¡Yo también te amo mi Señor y Dios! Gracias porque a mí, me has
perdonado y limpiado vez tras vez y sin embargo me sigues tratando como a la
niña de tus ojos. ¡Te amo mi Jesús Salvador y Redentor de mi vida!
Un abrazo y bendiciones.
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