viernes, 24 de marzo de 2023

Nos corresponde esparcir ese aroma

Después de esto, José de Arimatea le pidió a Pilato el cuerpo de Jesús. José era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos. Con el permiso de Pilato, fue y retiró el cuerpo. 

Juan 19:38. NVI.


Lectura: Juan 19:38-42.  Versículo del día: Juan 19:38.


MEDITACIÓN DIARIA


Toda esta parte del capítulo nos habla de la crucifixión y muerte del Señor Jesucristo (Juan 19:17-37), pero nos vamos a centrar solamente en la lectura del día. Tanto José de Arimatea como Nicodemo eran discípulos de Jesús, pero en secreto. Sin embargo, en su muerte y sepultura estuvieron presentes. José era un hombre influyente, miembro del Sanedrín; siguió a Jesús en secreto por miedo a ser expulsado de la Sinagoga por las autoridades religiosas. Sin embargo, usó toda su influencia para pedirle a Pilato el cuerpo del Señor. Nicodemo era un líder religioso judío, de los fariseos; respetado maestro quien busca a Jesús de noche para no ser visto. Llama la atención  por qué estos hombres que en vida de Jesús se escondieron de los suyos, en su sepultura estuvieron ahí, listos para embalsamar al Señor con mirra y aloe llevada por Nicodemo (nos recuerda a María cuando ungió a Jesús con nardo puro, Juan 12:1-3). Ellos tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con las especias aromáticas para darle sepultura según la costumbre judía (vs. 39-40). Tanto el uno como el otro, tuvieron su parte en el cumplimiento de las Escrituras.


Ahora nosotros, los cristianos somos el aroma para Dios: “Y nosotros somos ese suave aroma que Cristo ofrece a Dios. Somos como un perfume que da vida a los que creen en Cristo” (2 Corintios 2:15 TLA). Esparzamos ese olor fragante por donde quiera que vayamos para dar testimonio de lo que somos en Cristo Jesús.


Amado Señor Jesús: no fue en vano tu muerte y sepultura. Por ella, tenemos el perdón de pecados. Muchas gracias por tanto amor demostrado a la humanidad con tu pasión y muerte. Enséñanos a vivir para Ti y dar gloria a tu Nombre. Que en verdad divulguemos ese aroma que nos hace diferentes al resto, especialmente ofreciendo el mismo amor que nos tuviste. Gracias, muchas gracias bendito Señor Jesús, Dios Salvador y Redentor. ¡Te amamos!


Un abrazo y bendiciones.

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