lunes, 21 de septiembre de 2009

Preparados para recibir al novio

¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria! Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado, y se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente

Apocalipsis 19:7-8.

Lectura diaria: Apocalipsis 19:1-9. Versículo del día: Apocalipsis 19:7.

Toda boda por más sencilla que sea, siempre conlleva preparativos y agasajos. De la manera más diligente, se desea y anhela ese día. La novia, quiere lucir hermosa, radiante, vestida de blanco como sinónimo de limpieza y pureza. Por lo general, todo el corre-corre, recae sobre ella. El novio, simplemente espera; ansioso tal vez, pero deseoso de poder al fin alcanzar aquello por lo cual había entregado todo su amor. Su valioso tesoro está a punto de tenerlo entre sus brazos y con el firme propósito de hacerla suya para siempre. Esta es más o menos la descripción de una boda entre humanos. Deberíamos pensar por un momento, ¿cómo será la boda con nuestro gran Rey y Esposo? Su Iglesia será la novia limpia y resplandeciente a la cual Él estará esperando en el cielo; por la que dio su vida sin esperar nada a cambio. En ese momento, el Señor no se acordará de heridas, vituperios, coronas espinosas, lanzas que traspasaron su costado, ni de humillaciones y flagelos, solamente sabe que valió la pena su calvario porque ahora, su novia, está ahí, frente a frente, vestida con lino fino y hermosa como Él la deseaba. Pero tú, como la novia, ¿estás preparada(o) para recibir al novio? ¿Ya tienes el traje listo para las nupcias? Mira, tu novio (Jesucristo), está esperando encontrarte limpia, sin mancha alguna, resplandeciente. Dios no quiere que te quedes por fuera de este gran acontecimiento; si aún no has lavado tus ropas sucias, es tiempo de hacerlo. Reconoce en Jesucristo a tu Señor, Salvador y novio que espera por ti. Entrégale hoy tu vida. Confiesa con tu boca que Él es el Hijo de Dios y que Dios lo levantó de entre los muertos para darte vida y vivir junto contigo en la eternidad, como tu amantísimo esposo. Entonces, podrás empezar a prepararte para la gran ceremonia: Las bodas del Cordero. En estos tiempos tan difíciles, te decimos:

¡Ven pronto Señor Jesús! Porque tu novia, la Iglesia, te espera con ansiedad de corazón

Un abrazo y bendiciones.

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