lunes, 28 de septiembre de 2009

El nuevo nacimiento

De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios –dijo Jesús

Juan 3:3.

Lectura diaria: Juan 3:1-16. Versículo del día: Juan 3:3.

ENSEÑANZA

Al igual que a Nicodemo, nos es difícil entender el “nuevo nacimiento”. “¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? –Preguntó Nicodemo–“ Verso 4. El Señor le responde a este hombre, quien era maestro de la ley “quien no nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu. No te sorprendas de que te haya dicho: “Tienen que nacer de nuevo”. El viento sopla por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y para dónde va. Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu” Versos 5-8. En el contexto bíblico, todos somos creaturas de Dios, más no hijos de Dios; para gozar de este privilegio, tenemos que aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador de nuestra vida. Juan 1:12 nos aclara: “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios”. Eso lo dice el apóstol y evangelista Juan, hablando de Jesús. Cuando le decimos al Señor Jesús, que tome nuestra vida, lo hacemos motivados por su santo Espíritu y es Él quien viene a regenerarnos y producir en nosotros una vida nueva, por eso no podemos creer en aquella frasecita tan trajinada de: “genio y figura, hasta la sepultura”, no. Precisamente ahí está el asunto, no sabemos cómo, porque el nuevo nacimiento no es natural, es sobrenatural y al igual que el viento sopla por donde quiere sin saber de dónde viene ni hacia dónde se dirige, es el nacer de nuevo con el Señor. Inicialmente es difícil entenderlo, pero como cualquier bebecito, hay que aprovisionarse de la leche pura y espiritual (la Palabra de Dios), para ir creciendo y permitir que el amor de Dios, sublime, hecho realidad en su Hijo amado para perdón de los pecados, vaya haciendo la obra redentora en cada uno. “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” Versículo 16. Cuando aceptamos este sacrificio, nacemos de nuevo.

Un abrazo y bendiciones.

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