sábado, 12 de septiembre de 2009

Dios merece lo mejor

Porque desde donde nace el sol hasta donde se pone, grande es mi nombre entre las naciones

Malaquías 1:11.

Lectura diaria: Malaquías 1:6-14. Versículo del día: Malaquías 1:11.

ENSEÑANZA

Dios, no es un simple dios ni ningún mortal. Es el Rey de reyes y Señor de Señores, merece toda nuestra adoración, respeto y pleitesía. Tenemos que saber que es un insulto para Dios, ofrecerle nuestros rezagos, lo que nos sobra o lo que ya no usamos por el deterioro. En nuestros tiempos ya no serán sacrificios de animales cojos, tuertos o enfermos, pero analicemos nuestra ofrenda, ¿acaso mil pesos que de casualidad encontré en el bolsillo? ¿Cinco minutos de carrera para supuestamente hablar con Él? ¿La ropa vieja y sucia que ya nadie usa porque está descolorida y rota? ¿Tu hogar o empleo pero cuando los sientes perdidos? No. Dios no desea ni necesita nuestras migajas. Su nombre es grande y reconocido entre las naciones. Desea que le des lo mejor de tu vida. Seguramente como lo dice Malaquías en el verso 8, si vamos ante el gobernante, no nos vamos a aparecer ante él con un obsequio roto y sucio; trataremos de ofrecerle algo digno de su jerarquía; entonces, ¿por qué no hacemos del mismo modo con quien es el Dios Todopoderoso? ¿Acaso no merece mucho más, que un simple mortal? Examina tu vida, ese puede ser el motivo de no recibir la respuesta a tu oración. Si esa ha sido tu actitud hasta ahora, humíllate ante el Señor y pídele perdón. El rey Manasés de Judá, se condujo ante Dios muy equivocadamente y de paso hizo pecar con desobediencia e idolatría al pueblo; sin embargo, en su aflicción reconoció su pecado e imploró al Señor, se humilló profundamente ante Él y Dios escuchó sus súplicas y lo restableció como tal (2ª. Crónicas 33:12-13). Sea cual sea el pecado cometido, cuando sinceramente nos postramos humillados, el Señor nos escucha, perdona y restaura; Él entonces, extiende su mano desde lo alto, toma la nuestra y vuelve a sacarnos desde lo profundo hacia la superficie (Salmo 18:16). Recuerda: Dios merece lo mejor; no dejes que el orgullo y la avaricia, te separen de sus ricas bendiciones.

Un abrazo y bendiciones.

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