Pues la tierra está llena de adulterio, y está bajo una maldición. La tierra está de luto; los pastos del desierto están resecos. Todos hacen lo malo y abusan del poder que tienen.
Jeremías 23:10. NTV.
Lectura: Jeremías
23:1-10. Versículo del día: Jeremías
23:10.
MEDITACIÓN DIARIA
Profecía dada por el
Señor para el pueblo de Judá, antes del cautiverio en Babilonia. Ahora la tomo para
estos tiempos porque estamos viviendo lo mismo. Nuestro planeta tierra cada día
está más deteriorado: está de luto. La maldad del hombre se ha extendido: todos
hacen lo malo y abusan del poder que tienen. Tal cual; como cristianos nos
corresponde orar y pedirle al Señor restaure primero el corazón del hombre que
está tan ausente de Él (e incluso de los mismos cristianos) y después que
también restaure nuestra tierra. ¿Cómo? Humillándonos e invocando su Nombre
como nos lo enseña la Palabra de Dios: “pero si mi pueblo, que lleva mi nombre,
se humilla y ora, busca mi rostro y se aparta de su conducta perversa, yo oiré
desde el cielo, perdonaré sus pecados y restauraré su tierra” (2 Crónicas 7:14
NTV). Nosotros, somos ahora el pueblo de Dios; es a nosotros a quienes
corresponde humillarse e invocar su Nombre orando, buscando su rostro y abandonando
la mala conducta para que obtengamos lo pedido, el Señor perdone nuestros
pecados y restaure la tierra.
Vale la pena insistir que
es el pueblo de Dios el que tiene que hacer esto. Y yo lo creo puesto que las
iglesias están llenas de personas que se dicen cristianas, pero no lo son.
Tiene que haber un despertar en cada Iglesia y una concientización de lo que es
en verdad tener a Jesús en la vida como Señor y Salvador personal. Oremos:
Padre amado:
venimos ante Ti para rogarte como pueblo Tuyo que perdones nuestros pecados;
queremos vivir para Ti. Deseamos que tu Hijo amado sea gobernando cada corazón
enseñándonos a amarte como lo mereces y a amar al prójimo tal como nos lo
mandas. Quita todo egoísmo de nuestra parte; aleja la mentira, la discordia, el
odio, la inmoralidad y la violencia de nuestra tierra y permite que el corazón
enardecido voltee los ojos hacia Ti. Te lo pedimos en el bendito Nombre de tu
Hijo Jesús, que es sobre todo Nombre y con la unción de tu Santo Espíritu. Gracias
bendito Padre por escuchar nuestra oración. Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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