Aunque cambien de lugar las montañas y se tambaleen las colinas, no cambiará mi fiel amor por ti ni vacilará mi pacto de paz, dice el Señor, que de ti se compadece.
Isaías 54:10. NVI.
Lectura:
Isaías 54:9-17. Versículo del día:
Isaías 54:10.
MEDITACIÓN
DIARIA
¡Qué
hermosa promesa del Señor para Jerusalén! Y Él sigue mostrándonos su amor por
su Jerusalén. En el devocional de ayer, también hablaba de esta bella ciudad, a
la que amo. Sé que un día voy a estar en la Jerusalén celestial y caminaré por
sus calles.
Si miramos todo el contexto, podemos notar que la promesa también se aplica para todos los de su pueblo; y aún más hermoso que caminar por sus calles, es saber hoy, que su amor es eterno e incondicional. Esta promesa enfatiza la fidelidad eterna de nuestro Dios hacia cada uno de los suyos; es tanto para ti como para mí. Y es que, aunque se trasladen los montes de un lugar para otro, el amor del Señor no cambiará. Su perfecto amor es inmutable. ¡Gloria al Señor por tanto amor ofrecido! “Esta es la herencia de los siervos del Señor, la justicia que de mí procede, afirma el Señor” (v. 17c).
Mi
Buen Amado Señor: gracias por recalcarnos una y otra vez, tu inmenso amor. Tu
amor es inagotable y supera toda expectativa; Gracias mi Señor porque me muestras
que si voy a andar por tus calles es porque antes, me has amado y atraído hacia
Ti. Gracias porque incluso, desde antes de nacer, ya me amabas; ya era especial
para Ti y ya habías puesto tu sello sobre mí. Gracias porque, aunque los montes
tiemblen, Tú sigues igual de fiel. Estoy segura de que nada ni nadie podrá
separarme de tu gran amor. ¡Gracias, gracias, mi Fiel Señor! ¡Te amo Castillo
mío, Roca mía!
Un abrazo y bendiciones.
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