miércoles, 16 de febrero de 2022

¡Levántate y anda!

Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.  

Mateo 9:6. NVI.


Lectura: Mateo 9:1-8.  Versículo del día: Mateo 9:6.


MEDITACIÓN DIARIA


La lectura está basada en la sanación de Jesús a un paralítico. Este hombre como no podía caminar, lo llevaban en una camilla y Jesús al ver la fe de ellos no solamente le perdonó los pecados, sino que para callar la boca de unos maestros de la ley que lo escucharon, le dijo al paralítico: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.  

Este pasaje me recuerda cuando me hicieron la cirugía del seno por cáncer. En la puerta de mi habitación estaba bien grande: “Levántate y anda” que es el versículo 5b de la lectura. Solamente llevaba una noche en la clínica y mi cirugía duró ocho horas. En la siguiente noche tuve algo que todavía no sabría descifrar si fue ansiedad, agonía o un ataque espiritual. El caso es que me sentía morir, se me dificultó la respiración y casi me llevan a cuidados intensivos. Le dije a mi querida cuñada quien me estaba acompañando que me pasara un radio pequeño que mi esposo me había llevado y lo prendí en una emisora cristiana. Con los mensajes y la música fui volviendo a la normalidad. Al amanecer vi el versículo de ‘Levántate y anda’, y entendí que era para mí. Ahora creo o el Espíritu Santo me revela que desde ese momento fui sanada. Bien temprano pasó una amiga médica a saludarme y le dije: ‘ayúdame a levantarme por favor’; lógico, ella no quería porque mi cirugía fue intensa y la noche nada agradable, pero yo sentía la fuerza del Señor. Al final ella accedió, me levanté, me bañé y más tarde mi médico pasó. Quedó asombrado de verme en otra tónica, entonces le pedí que me diera la salida. Tampoco quería, pero también la aprobó. En mi mente retumbaba el ‘levántate y anda’. Sí, sí; el Señor me sanó ese mismo día. La gloria sea para Él.


Señor Jesús: gracias por permitirme compartir mi propio testimonio. Te ruego mi Señor que este sea de aliciente y esperanza para quien lo reciba y esté pasando por momentos críticos en su salud. Yo declaro, proclamo y afirmo que Tú Eres un Dios sanador y que pusiste tu mano sobre mi cuerpo llevándote todo el peso, no solamente de mis pecados sino también de mis dolencias y que también tienes poder para hacerlo a quien te busque. Te doy infinitas gracias por tanto bien que a diario ofreces. ¡Toda la Honra y Gloria son para Ti! ¡Eres el Único que la mereces! ¡Aleluya!


Un abrazo y bendiciones.

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