Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
Mateo 9:6. NVI.
Lectura: Mateo 9:1-8. Versículo del día: Mateo 9:6.
MEDITACIÓN DIARIA
La lectura está basada en
la sanación de Jesús a un paralítico. Este hombre como no podía caminar, lo
llevaban en una camilla y Jesús al ver la fe de ellos no solamente le perdonó
los pecados, sino que para callar la boca de unos maestros de la ley que lo
escucharon, le dijo al paralítico: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.
Este pasaje me recuerda
cuando me hicieron la cirugía del seno por cáncer. En la puerta de mi
habitación estaba bien grande: “Levántate y anda” que es el versículo 5b de la
lectura. Solamente llevaba una noche en la clínica y mi cirugía duró ocho
horas. En la siguiente noche tuve algo que todavía no sabría descifrar si fue ansiedad,
agonía o un ataque espiritual. El caso es que me sentía morir, se me dificultó
la respiración y casi me llevan a cuidados intensivos. Le dije a mi querida cuñada
quien me estaba acompañando que me pasara un radio pequeño que mi esposo me
había llevado y lo prendí en una emisora cristiana. Con los mensajes y la
música fui volviendo a la normalidad. Al amanecer vi el versículo de ‘Levántate
y anda’, y entendí que era para mí. Ahora creo o el Espíritu Santo me revela
que desde ese momento fui sanada. Bien temprano pasó una amiga médica a
saludarme y le dije: ‘ayúdame a levantarme por favor’; lógico, ella no quería
porque mi cirugía fue intensa y la noche nada agradable, pero yo sentía la
fuerza del Señor. Al final ella accedió, me levanté, me bañé y más tarde mi
médico pasó. Quedó asombrado de verme en otra tónica, entonces le pedí que me
diera la salida. Tampoco quería, pero también la aprobó. En mi mente retumbaba
el ‘levántate y anda’. Sí, sí; el Señor me sanó ese mismo día. La gloria sea
para Él.
Señor Jesús: gracias
por permitirme compartir mi propio testimonio. Te ruego mi Señor que este sea de
aliciente y esperanza para quien lo reciba y esté pasando por momentos críticos
en su salud. Yo declaro, proclamo y afirmo que Tú Eres un Dios sanador y que
pusiste tu mano sobre mi cuerpo llevándote todo el peso, no solamente de mis
pecados sino también de mis dolencias y que también tienes poder para hacerlo a
quien te busque. Te doy infinitas gracias por tanto bien que a diario ofreces. ¡Toda
la Honra y Gloria son para Ti! ¡Eres el Único que la mereces! ¡Aleluya!
Un abrazo y bendiciones.
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