miércoles, 26 de noviembre de 2014

Déjanos entender tus caminos




Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el Señor—.  Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra! 
Isaías 55:8-9.


Lectura: Isaías 55:1-13.  Versículos del día: Isaías 55:8-9.

MEDITACIÓN DIARIA

Al leer este capítulo de Isaías, hablo con el Señor y también le pregunto ¿Cómo es Señor? No logro entenderlo. Sé que mis pensamientos ni mis caminos son los tuyos y hoy más que nunca me lo estás afirmando. Me dices que saldré con alegría y guiada en paz, para que tu Nombre sea exaltado (vv. 12 y 13). Sin embargo hay un pero que no entiendo o quizá no quiero entenderlo. Eres soberano y en tus manos están encerrados todos nuestros designios. Quién soy yo para decirte: ‘¡Así no Señor!’. Hoy estamos aquí, y mañana… no sabemos. Ni siquiera si viviremos una hora más. Entiendo que el tiempo tuyo tampoco es el mío. Pero mi Señor, muchas gracias porque a pesar de la tristeza, la aflicción o la incertidumbre, por fe sé que estás ahí. Sé que tienes el control y nuevamente tengo que regocijarme. “Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada” (Santiago 1:2-4).  Por eso buen Dios: ¡Déjanos entender tus caminos!

Amado Señor: Tu Palabra me enseña que en todo te dé gracias porque esa es tu voluntad. Te doy gracias con mi corazón quebrantado por la vida de mi esposo. Solamente tú sabes cuál es el camino que deseas que continuemos. Estamos en tus manos Señor. ¡Danos el gozo de tu salvación!

Un abrazo y bendiciones.

martes, 25 de noviembre de 2014

No existe nadie más a quién ir




—Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 
Juan 6:68.


Lectura: Juan 6:53-71.  Versículo del día: Juan 6:68.

MEDITACIÓN DIARIA

Todos nos cuestionamos en algún momento y cuando la situación se torna más difícil, ¿cuántos no hemos sido indiferentes ante el Señor y hemos pensado claudicar? No nos digamos mentiras, considero que todos pasamos por esos momentos críticos. Personalmente me pasó y no quería hablar de Dios ni que me hablaran de Él. ¿Pero saben? El Señor es tan bondadoso y misericordioso que entre más trataba yo de alejarme, Él me retenía con su infinito amor y ternura. Mandó a las personas exactas a consolarme y de una u otra manera me llevó a entender que no hay nadie más. Ahí es cuando decimos como Jeremías: “¡Me sedujiste, SEÑOR, y yo me dejé seducir! Fuiste más fuerte que yo, y me venciste” (Jeremías 20:7). Sí, así es; porque con tantas muestras de amor e interés, es difícil renunciar a tan amado Señor y sin más, llegar a la conclusión: ¿A quién iré Señor? Solo tú tienes palabras de vida eterna.
Tomando la escena a manera personal, creo que al final es muy triste ver al Señor, quien lo ha dado todo por nosotros, que con nostalgia nos diga: ¿También quieres marcharte? ¿También quieres dejarme como estos otros? ¿No te importa lo que he hecho por ti? ¿Vas a claudicar después de haber degustado su amor como manjar que endulza y regocija el corazón? Vueltas y más vueltas para al fin entender que no hay nadie más a quien ir.

Amado Señor: Perdónanos por las veces que te hemos cuestionado, llevados por las circunstancias que se nos presentan. Perdona nuestra rebeldía y el no entender que solamente en Ti, tenemos el regalo de una vida eterna a tu lado. ¡Tu amor es innegable, incalculable! Y nosotros estamos sedientos de tu amor. ¡Ni las muchas aguas podrán apagar la llama ardiente de tu amor! ¡Eres inigualable buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

lunes, 24 de noviembre de 2014

La humildad, contraria al orgullo




Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como herencia. 
Mateo 5:5.


Lectura: Mateo 5:1-12.  Versículo del día: Mateo 5:5.

MEDITACIÓN DIARIA

Muchos consideran que esta humildad de la que habla la Biblia se refiere a la persona que no posee bienes materiales pero no es así. Es la humildad del corazón. Entre otras cosas he conocido gente demasiado pobre pero que de humildad no tienen lo más mínimo; al contrario, son arrogantes y altivos. Creo que la humildad va ligada a la mansedumbre, a la nobleza, a la benignidad. Esta humildad es completamente contraria al orgullo. Es entender que no somos nada y Dios lo es todo; concientizarnos que si tenemos algo sea material, intelectual e incluso espiritual es porque Dios nos ha provisto de ello. No podemos robarle a Dios el crédito de sus obras y atribuírnoslas. La gloria le corresponde a Él. Nada de lo que decimos tener nos pertenece y nada hubiera sido posible sin la mano intermediaria de Dios para realizarla.
Precisamente ayer en la Iglesia aprendí que el orgullo es sutil; nos hace creer que no lo somos cuando en realidad sí hemos permitido que muchas veces se cuele en nuestras vidas. Por ejemplo: cuando estamos equivocados y no lo aceptamos; o cuando siempre esperamos que nos reconozcan todo lo que hacemos. También es una muestra de orgullo no reconocer que somos pecadores y que no necesitamos de Dios. La Biblia afirma lo siguiente: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu” (Proverbios 16:18 RVR 1960); en otras versiones dice que: “La soberbia precede al fracaso; la arrogancia anticipa la caída”. Soberbia, altivez y arrogancia son prácticamente sinónimos y fue lo que caracterizó a Satanás en su rebelión; por consiguiente cuando caemos en esto, estamos pecando. Pidámosle a Dios un espíritu humilde que siempre nos acompañe, porque somos los herederos de la tierra prometida.

Amado Señor: Te pedimos perdón por las veces que nos hemos dejado llevar por el orgullo y se nos ha olvidado de dónde nos sacaste y en dónde nos tienes ahora por tu infinita misericordia y amor. Pon en nosotros un espíritu humilde que nos permita reconocerte continuamente como el único Dios y Señor, dador de talentos y virtudes; dueño absoluto no solo de la vida sino de todo el oro y la plata del mundo.

Un abrazo y bendiciones.

¿Cuál forma de idolatría está reemplazando a Dios?

  ¿Por qué provocan mi enojo quemando incienso a ídolos que ustedes han hecho aquí en Egipto? Lo único que lograrán es destruirse y hacerse ...