Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.
Isaías 53:5. NVI.
Lectura: Isaías 53:1-12. Versículo del día: Isaías 53:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Dentro del pueblo
cristiano estamos celebrando la pasión, muerte y resurrección del Señor
Jesucristo. Es bueno entonces irnos directamente a la Palabra de Dios para
recordar lo que fue la entrega total del Señor para bien de la humanidad. No
fue simplemente que lo hirieran, le pusieran una corona de espinas o cargar un
madero y ya. No; de ninguna manera. El versículo del día nos dice claramente
que fue traspasado y molido. Cuando molemos el café o el maíz podemos darnos
cuenta que el resultado es una masa completa y así quedó nuestro buen Señor. No
solamente los azotes con que lo maltrataron, sino el objeto de burla que fue, de
los soldados romanos quienes pusieron sobre su cabeza una corona de espinas entretejida
alrededor de la cabeza horizontalmente de la frente a la nuca pasando por
encima de las orejas, gritándole: ‘salve rey de los judíos’. Camino al Gólgota, fue maltratado, escupido y
golpeado. No, no fue una muerte cualquiera de las acostumbradas en esa época a
un madero; fue mucho más que eso.
Todo el padecimiento del
Señor Jesús tiene un nombre y es el tuyo, el mío y el de todos los que se
acercan a Él. Jesús pagó el precio de todos, todos nuestros pecados y rebeliones.
Haz cuenta que bien podría llevar un letrero así: Dora ya no tienes deuda
alguna, sobre mí recayó tu culpa. Igual pon tu nombre porque por ti fue su padecimiento.
Cuando aceptas a Jesús en tu corazón, lo estás reconociendo como Salvador de tu
vida y aceptando lo que hizo por ti en su pasión y muerte en la cruz. Te invito
a orarle así:
Señor Jesús:
entiendo lo que viniste a padecer en mi lugar hace dos mil años y hoy decido
aceptarte en mi vida como Señor y Salvador. Gracias por cargar y recibir todo
el peso de mi pecado. Perdóname Jesús. Haz de mí la persona que deseas que yo
sea. Gracias por darme una nueva vida Contigo. Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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