Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron: —¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!
Mateo 27:54. NVI.
Lectura: Mateo 27:45-56. Versículo del día: Mateo 27:54.
MEDITACIÓN DIARIA
En la agonía y muerte de
Jesús sucedieron varias cosas: la tierra quedó en oscuridad como a las 3:00 pm.
(v. 45); la cortina del sagrario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo (v.
51a); la tierra tembló y se partieron las rocas (v. 51b); los sepulcros se
abrieron y muchos santos de los que habían muerto. resucitaron (v.52). Claro,
ante estos hechos tan evidentes creo que no solamente el centurión y los que lo
custodiaban debieron reconocer que Jesús era en verdad el Hijo de Dios, el Mesías
prometido; muy seguramente hubo muchos más.
El velo del templo se
rasgó en dos, para que tanto tú como yo pudiéramos llegar a Dios Padre
directamente, porque el Cordero verdadero había sido inmolado para el perdón de
los pecados. El Padre te abrió la puerta para que entres y reconozcas a Jesús
como el Hijo de Dios, muerto en expiación por ti. ¿Deseas dejarlo entrar? Te
invito a orarle así:
Señor Jesús:
reconozco que Eres el Hijo de Dios y que soy pecador y viniste a morir por mis
pecados. Perdóname Señor. Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y
Salvador. Hazme la persona que deseas que yo sea; gracias por perdonarme,
limpiarme y darme una nueva vida Contigo. En tu Nombre Jesús, amén.
Un abrazo y bendiciones.
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