jueves, 11 de septiembre de 2025

Tú, Buen Señor, cuidas de nosotros y de nuestra descendencia

 

¡Qué alegría hay para los que tratan bien a los pobres! El Señor los rescata cuando están en apuros. Salmo 41:1. NTV.


Lectura: Salmo 41:1-13.  Versículo del día: Salmo 41:1.


MEDITACIÓN DIARIA

Este Salmo inicia declarando una bendición para quienes muestran bondad y compasión hacia los necesitados y débiles. Dios Promete cuidar y sostener al que piensa en el pobre, incluso en su lecho de dolor. De igual manera, David le pide al Señor que lo proteja de sus enemigos, porque aún al que creía su amigo, lo ha traicionado. A pesar de su dolor, él sigue fiel con el Señor; confía en que Él ha mantenido su integridad y lo sostendrá en su presencia. El Salmo termina con una alabanza al Señor Dios de Israel.


El Salmo me enseña que mientras estemos en este mundo, vamos a tener enemigos, que ni siquiera hemos buscado; pero como dice el refrán por ahí: “Nadie es monedita de oro para caerle bien a todos”. Muchas veces ganamos enemigos a priori, sin tener la menor idea. Lo que sucede es que en esta carne que es tan corruptible pulula el mal de diferentes formas y una de ellas es a través de la envidia. Se dice que la envidia es la reina de la maldad y con mucha razón. Una persona envidiosa no mide las consecuencias de sus alcances y puede llegar a generar mucho daño. Por eso, lo mejor, es orarle al Señor para que nos guarde de los que se levantan contra nosotros, sin razón alguna.


Amado Señor Jesús: igual como tu siervo David, primero reconocemos tu gran amor, al poner en nuestros corazones el sufrimiento por el dolor ajeno. David te clamó porque lo guardaras de caer en manos de sus enemigos; también recurrimos a Ti para pedirte buen Señor, que nos guardes de todo aquel que nos quiera hacer el mal. Cúbrenos, Señor con tu Preciosa sangre y que ellos vean en cada uno de nosotros, el sello de tu Santo Espíritu y no se atrevan a hacernos ningún daño. Gracias, muchas gracias bendito Señor y Dios. Gracias porque Tú cuidas de nosotros y de nuestra descendencia. ¡Te amamos Rey de reyes y Señor de señores!


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios:

Sin distingos de ninguna clase

Entonces les habló así: —Ustedes saben muy bien que nuestra Ley prohíbe que un judío se junte con un extranjero o lo visite. Pero Dios me ha...