martes, 16 de septiembre de 2025

¡Por siempre he de alabarte mi Señor!

 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. 

Salmo 42:5. RVR1960.


Lectura: Salmo 42:1-11. Versículo del día: Salmo 42:5.


MEDITACIÓN DIARIA


Este es uno de los Salmos que me llega profundamente al corazón y me gusta como lo aprendí en la Versión Reina Valera. Y es que es así; a veces creemos que somos nosotros directamente los que le clamamos al Señor, pero no es en nuestra propia fuerza, no es en nuestro mal ego, es en el clamor que sale de adentro de nuestro ser: ¡oh alma mía! ¿por qué te abates y te turbas dentro de mí? Y allí mismo está la respuesta: Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.


Muchas veces tenemos que afrontar situaciones difíciles y es cierto, nos entristecemos, nos desanimamos desde lo más profundo de nuestro ser. Me preguntaba yo, porque dice el Salmista: “Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío”. Es como si él supiera y tuviera muy claro que en la alabanza está concentrado el mayor poder de Dios. Estoy segura, que el Señor quiere que no solamente lo alabemos por las alegrías y los triunfos, sino constantemente. Inclusive, mucho más debemos alabarlo, en la adversidad. Ahí radica la clave: en la alabanza el Señor responde a lo que tanto nos agobia. La alabanza nos conecta directamente con el corazón de Dios ¡Gloria por siempre a Él!


Amado Señor: gracias por enseñarnos a darte todo honor y gloria, no solamente en los tiempos felices; también nos enseñas que en los días de turbulencia y de intensos fríos con nubes borrascosas, deseas que igualmente alcemos nuestras manos para rendirte adoración y gloria. Gracias, mi Señor; Tú Eres digno de adoración eternamente y para siempre; en todo instante y lugar; sea o no sea el momento apropiado. Gracias, gracias Amado Señor. Que cuando salga a caminar en las mañanas pueda sentir el olor de tu fragancia en los pajaritos que recorren el prado al pasar, en los árboles que diviso en medio de neblina y en la tenue flor que casi piso al andar. ¡Que todo lo que respira alabe tu Nombre mi Señor!


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios:

¡Por siempre he de alabarte mi Señor!

  ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.  Salmo 42:...