miércoles, 12 de agosto de 2009

No te apresures a prometer

No te apresures, ni con la boca ni con la mente, a proferir ante Dios palabra alguna

Eclesiastés 5:2.

El gran predicador, Salomón, nos enseña la necesidad de ser prudentes y máximo si se trata de hacerle votos o promesas a Dios. Es tan serio el asunto que nos dice: “ni con la boca ni con la mente”. Muchas veces consideramos que como no los pronunciamos no tienen validez, pero si tan sólo se pensó, hay que darlo por hecho.

Un ejemplo patético lo vemos a través de Jefté el galaadita, guerrero valiente y juez de Israel, quien le hizo este juramento al Señor: “Si verdaderamente entregas a los amonitas en mis manos, quien salga primero de la puerta de mi casa a recibirme, cuando yo vuelva de haber vencido a los amonitas, será del Señor y lo ofreceré en holocausto” Jueces 11:31.

Pues bien, el Señor le concedió a Jefté la victoria contra los amonitas y al llegar a su casa, salió a recibirlo bailando, quien era su única hija. El versículo 35 nos muestra claramente la angustia y tribulación de este pobre padre “¡Ay, hija mía, me has destrozado por completo! ¡Eres la causa de mi desgracia! Le juré algo al Señor y no puedo retractarme”. Jefté como lo había prometido, tuvo que cumplir su voto.

A través de este relato, podemos darnos cuenta las consecuencias que trae el hablar a la ligera y más cuando se trata de Dios. Por eso nos dice Eclesiastés 5:5: “vale más no hacer votos que hacerlos y no cumplirlos”. Además, cuando se hacen a Dios, lo mejor es cumplirlos cuanto antes. Claro está, este no fue el prototipo de Jefté, aún sabiendo que era su amada hija, hizo con ella de acuerdo a su juramento.

Muy seguramente en estos tiempos, ni la más mínima atención se le pone a esta enseñanza, pues cada día, la gente habla por hablar y la palabra dada no tiene ninguna validez; lo terrible de esto es que cuando está Dios de por medio, las consecuencias de la necedad llegan “Dios no puede ser burlado”.

Propongámonos a no apresurarnos ni con la boca ni con la mente a prometerle al Señor a la ligera, aquello que después no podamos cumplir.

Un abrazo y bendiciones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bonito consejo gue el todo Poderoso te bendiga.

Dora C. dijo...

Gracias por el comentario. Dios te bendiga.