domingo, 9 de agosto de 2009

Avancemos hacia la madurez

Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez

Hebreos 6:1.

Cuando conocemos al Señor Jesucristo como nuestro Salvador y empezamos a caminar con Él, somos como niños recién nacidos, a quienes se les da una comida blanda y en especial leche para que se vayan levantando y fortaleciendo poco a poco. La leche de los cristianos es la Palabra de Dios que debemos buscar con ansiedad (1ª. Pedro 2:2). La versión Reina Valera es más explícita, nos manda no solo a desearla sino que nos previene para que esta leche no sea adulterada.

Si un bebé toma leche pasada, inmediatamente se enferma; su ánimo decae y puede verse en graves riesgos su salud. De igual manera pasa con quien ha nacido de nuevo; debe alimentarse con leche sana, palabra de Dios no adulterada.

¿Qué pasa cuando el niño va creciendo? Se le va administrando alimento más consistente hasta que logre por sí solo, una alimentación balanceada; alimentación que lo ayudará a crecer y desarrollarse en todas las áreas como persona, de tal manera que logre un racionamiento donde pueda discernir con criterio propio sus actos. En una palabra va cogiendo madurez. En esta carta, el actor nos exhorta a no quedarnos simplemente con lo mínimo respecto a las enseñanzas de Cristo sino a continuar y avanzar en su conocimiento hasta alcanzar la madurez que nos permita llegar a su estatura (Efesios 4:13).

Entonces, actuemos como cristianos sensatos y equilibrados no dejándonos llevar por impulsos y por las obras de la carne. Busquemos cada día alimento fuerte para que aprendamos a caminar en el Espíritu, “Así que ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas” (Efesios 4:14).

Un abrazo y bendiciones.

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