jueves, 6 de agosto de 2009

El Señor entregará a Sísara en manos de una mujer

-¡Está bien, iré contigo! –dijo Débora-. Pero,...la gloria no será tuya, ya que el Señor entregará a Sísara en manos de una mujer

Jueces 4:9.

Sísara era el capitán de las fuerzas cananeas derrotadas por Barac y Débora. Sísara pidió asilo en la carpa de Jael, esposa de Héber quien era pariente de Hobab, el suegro de Moisés y tal como lo profetizó Débora esta mujer astutamente lo socorrió para después matarlo. Jael fue la encargada de dar el golpe de gracia a los poderíos cananeos que oprimían a los Israelitas.

En el capítulo cuatro de Jueces, nos muestra Dios, cómo utiliza también a las mujeres para lograr su propósito. Tanto Jael como Débora fueron instrumentos en las manos de Dios para derrotar al adversario.

Así como estas mujeres fueron valientes y se levantaron sin ningún temor frente a las fuerzas contrarias, también nosotras debemos hacerlo. El Israel de nosotras puede ser nuestro hogar y tenemos un fuerte enemigo “nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales” (Efesios 6:12). Este enemigo desea vernos derrotados, pero ¡mujeres! No perdamos la vista, sigamos adelante y al igual que Débora, animemos a los nuestros. “Entonces Débora le dijo a Barac: ¡Adelante! Éste es el día en que el Señor entregará a Sísara en tus manos. ¿Acaso no marcha el Señor al frente de tu ejército?” Jueces 4:14. ¿Cuál es tu Barac? Sin duda es tu esposo y es a él a quien tienes que animar.

La verdad, estoy segura que, a quien primero le está hablando el Señor, es a mí. Sé que es su Santo Espíritu quien me ha guiado a compartir este devocional con ustedes, enseñando primero al maestro. Las circunstancias que a diario rodean a los cristianos no son fáciles y nosotros no somos la excepción. En momentos difíciles, la lucha espiritual se torna más dura y es ahí cuando el Señor nos llama como ayuda idónea de nuestros esposos a animarlos y continuar porque ¿acaso no marcha el Señor al frente? ¡Por supuesto que sí! ¡Él va adelante! No podemos flaquear, porque esto es lo quiere Satanás. ¡Confesemos la victoria del Señor!

Aunque a veces el amanecer es oscuro, Dios permite que entre nubarrones brote un rayo de luz; no importa que sea tenue, porque poco a poco irá aumentando hasta opacar todas las nubes y resplandecer con todo su esplendor sobre nosotros.

Termino con algo que escribí ayer: “mientras me dicen todos ¿dónde está tu Dios? Y diré igual que Job: “Yo sé que mi Redentor vive” y mi Redentor peleará por mí y por toda mi familia porque como me dijo mi querida hermana y consuegra Olivita:

“Jesucristo convierte la victoria de Satanás en derrota”

Lo creo, lo confieso y lo proclamo. ¡Es verdad!

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: