Pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada.Santiago 1:3-4.
Lectura diaria: Santiago
1:2-18. Versículos principales: Santiago
1:3-4.
REFLEXIÓN
Cuando estamos pasando por
diversas pruebas, oramos y le clamamos a Dios porque todo se arregle o salgamos
lo más pronto posible de esa dificultad.
En nuestra quizá desesperación o ansiedad, nos olvidamos de quién es, al
que le hemos pedido ayuda. Se nos olvida
que el Señor actúa a su modo y soberanía, y cuántas veces nos adelantamos a su
tiempo queriendo ayudarle y lo que hacemos es retroceder la obra que Él ha ido
tejiendo para nuestro bien.
En otras versiones de la Biblia
no dice “constancia” sino “paciencia” y es que a mi parecer están entrelazadas:
sin constancia no puede haber paciencia y sin paciencia no existe la
constancia. Sé que debemos pedir por
todo el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23), pero la verdad es que si oramos
por paciencia, tenemos que someternos a lo que venga porque de otra manera no
podemos constatar que la tenemos. En mi
caso por ejemplo, el Espíritu que aboga conociendo mis deficiencias me pone muchas veces en
aprietos; pero, ¡gloria a Dios por ello!
De otra manera jamás hubiese empezado estos devocionales ni hubiera
encontrado el coraje y la seguridad dentro de la madurez espiritual que ahora
poseo. Aparte de eso, he podido conocer
más a mi Señor; entiendo su infinito amor, su poderío y su fuerza. Acepto su soberanía porque sé que a pesar de
consentirme como a la “niña de sus ojos”, mi vida como partícula diminuta en
sus manos, es completamente frágil a sus decisiones.
Ante las aflicciones, queramos o
no queramos, tenemos que poner a funcionar el combustible que mueve el trencito
de nuestra vida: la fe. Y entonces, esperar que empiece a rodar en medio de los
rieles para que al terminar la marcha podamos decir que nuestra fe cimentada en
su Palabra, supo superar acrisolada las pruebas para demostrar que es digna de aprobación,
gloria y honor llevándonos a feliz término, cuando Jesucristo se revele (1
Pedro 1:7).
Señor: Enséñanos a esperar en ti,
por difícil que sea el camino en el cual tenemos que transitar para llegar a la
meta deseada.
Un abrazo y bendiciones.
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