No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición.1 Pedro 3:9.
Lectura diaria: 1 Pedro
3:8-22. Versículo principal: 1 Pedro
3:9.
REFLEXIÓN
Por más que las relaciones sean
difíciles, Dios no quiere que seamos los encargados de vengarnos. No es fácil devolver bien por mal, pero como
hijos de Dios fuimos llamados a bendecir y no a desear el mal, así sea, a nuestros
enemigos. “Bendigan a quienes los
persiguen; bendigan y no maldigan”; “No paguen a nadie mal por mal”; “No tomen
venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en manos de Dios, porque está
escrito: “Mía es la venganza; yo pagaré” dice el Señor. Antes bien, “Si tu enemigo tiene hambre, dale
de comer; si tiene sed, dale de beber.
Actuando así, harás que se avergüence de su conducta” (Romanos 12:14, 17 y 19-20).
El mismo Señor Jesús nos dio
ejemplo en la cruz del Calvario, sus palabras fueron: “Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).
Si el Señor, siendo Dios perdona ¿por qué nosotros no lo habremos de
hacer? Se nos enseña que el perdón no es
cuestión de opción, sino de decisión, y así es.
Nos cuesta pedir perdón cuando hemos ofendido y nos cuesta mucho más,
perdonar, cuando hemos sido los agraviados; la decisión está en nuestras manos:
no perdonamos, y nos carcome la amargura atándonos; o perdonamos, y tenemos
libertad. Dios nos llamó a ser
mensajeros de paz no de odios ni de resentimientos: “Se me ha ordenado
bendecir, y si eso es lo que Dios quiere, yo no puedo hacer otra cosa” (Números
23:20).
Vivamos en armonía los unos con
los otros compartiendo penas y alegrías; practicando el amor fraternal, siendo
compasivos y humildes (v. 8 en la lectura).
De este modo pondremos una gota de paz en medio de tanta violencia y
odios encontrados. Muchas veces,
incluso, tenemos que perder nosotros para permitir que el bien prevalezca; pero
no importa, Dios se complacerá de
nuestra actitud y nos llevará de este modo a la victoria. “Si es la voluntad de Dios, es preferible
sufrir por hacer el bien que por hacer el mal” (v. 17 en la lectura).
Amado Señor: Enséñanos a bendecir
y no permitas que nuestro corazón se llene de odio, rencor y amargura. Permite que en cualquier circunstancia seamos
portadores de reconciliación y perdón, buscando hacer siempre el bien.
Un abrazo y bendiciones.
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