miércoles, 8 de agosto de 2012

Amor al prójimo


Hacen muy bien si de veras cumplen la ley suprema de la Escritura: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”
Santiago 2:8.

Lectura diaria: Santiago 2:1-13.  Versículo principal: Santiago 2:8.

REFLEXIÓN

Es tan importante el amor al prójimo que el Señor Jesús lo definió como el segundo mandamiento después del amor a Dios: “El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.  De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas” (Mateo 22:39-40).  Ya dentro de la ley, había ordenado lo siguiente: “No seas vengativo con tu prójimo, ni le guardes rencor.  Ama a tu prójimo como a ti mismo.  Yo soy el Señor” (Levítico 19:18).  Jesús en su ministerio dejó muy claro lo siguiente: “Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traen a ustedes.  De hecho, esto es la ley y los profetas” (Mateo 7:12).
Nos deberíamos preguntar: ¿Sí cumplimos este mandato?  El apóstol Pablo en su carta a los Romanos nos dice que la única deuda que debemos tener es el amarnos unos a otros (Romanos 13:8).  En su capítulo anterior nos habla sobre el amor, señalando que el amor   fraternal debe ser sincero, respetuoso y no vengativo. Hay que bendecir a los que nos persiguen y no maldecir; alegrarnos con los que están alegres y llorar con los que lloran.  No pagar mal por mal, porque es Dios mismo quien se encarga de eso.  Por lo mismo, si nuestro enemigo tiene hambre o sed, nos corresponde socorrerlo  (Romanos 12:9-21).
Si entendiéramos la importancia de este mandamiento viviríamos en un mundo de paz.  Las guerras y odios se acabarían.  Sabríamos tener tolerancia y perdón de verdad.  Definitivamente andamos como andamos, porque nos hemos alejado completamente de Dios; no cumplimos sus mandatos y ni siquiera se le quiere buscar. 
Como cristianos es importante empezar a obedecer tal y como el Señor nos lo ordenó; si no lo hacemos nosotros ¿qué podemos esperar de los demás?  El amor que practiquemos será el que marcará la diferencia y convencerá a otros también del amor de Dios por ellos, porque nosotros damos de lo que el Señor nos ha dado en abundancia.  Busquemos la más excelente de las virtudes que es el amor y demostrémoslo.

Amado Señor: Enséñanos a amarte a ti de tal modo, que ese mismo amor se refleje sin condiciones en nuestro prójimo.

Un abrazo y bendiciones.

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