jueves, 30 de agosto de 2012

Asumiendo en algo su dolor


Por tanto, ya que Cristo sufrió en el cuerpo, asuman también ustedes la misma actitud.  
 1 Pedro 4:1a.

Lectura diaria: 1 Pedro 4:1-13. Versículo principal: 1 Pedro 4:1a.

REFLEXIÓN

Trataré de escribir un devocional, con base en lo sucedido con mi vida en estos últimos quince días.
Estando nuevamente en casita y analizando todo lo que me sucedió, considero que todavía no sé exactamente el propósito del Señor conmigo.  De lo que estoy bien segura es de algo que siempre he dicho: Dios no deja que me falten los problemas por el infinito amor que me tiene.  Creo que si no es de esta manera no podría estar continuamente pegada a mi Señor (bueno, por lo menos tengo bastante material para escribir un libro que Dios mediante haré).
Cuando cantando u orando le decimos al Señor: “Toma mi vida, glorifícate en ella”, no sabemos exactamente lo que Él puede hacer; lo cierto es que en mi caso, pasé un trago bien amargo.  De antemano, gracias a todos ustedes por sus oraciones; las sentí porque me fortalecieron en momentos de angustia y soledad. 
Si Cristo sufrió en su cuerpo por mí, ¿qué me puede hacer pensar que yo no pueda en algo asumir también algún dolor?  Y ni siquiera como los de su tamaño, pero en nuestra ansiedad y debilidad, resultamos clamando igual: “Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad sino la tuya” (Lucas 22:42).  Lo cierto es que a pesar de la agonía, siempre supe que su nube protectora estuvo conmigo durante el día y su columna de fuego en la noche me resguardaba. 
Cuando el médico cirujano habló con mi hijo, le contaba que ya iba a proceder a abrirme completamente cuando se había podido extraer la vesícula y sus palabras textuales fueron: “Las manos de Dios estaban ahí”.  Esto me llenó de un gozo tremendo: no lo decía yo, ni mi hijo, ni ninguno de mis familiares, lo reconocía exactamente mi médico.  ¡Dios lo bendiga doctor Villamizar!    

Señor: gracias porque por fe confieso, proclamo y declaro que vendrán sobre mi vida tiempos de sosiego, reposando en verdes prados, junto a aguas claras, limpias y mansas.  Gracias porque tu amor me seguirá sosteniendo por donde quiera que pase y tu pondrás mis lágrimas en tu redoma de manera que entienda una vez más, que me has librado nuevamente de la muerte.

Un abrazo y bendiciones. 

No hay comentarios: