viernes, 3 de agosto de 2012

El papel de la mujer


–¡Está –bien, iré contigo! –Dijo Débora–.  Pero, por la manera en que vas a encarar este asunto, la gloria no será tuya, ya que el Señor entregará a Sísara en manos de una mujer.  
 Jueces 4:9.

Lectura diaria: Jueces 4:1-24.  Versículo principal: Jueces 4:9.

RFLEXIÓN

De vez en cuando hablo con un señor que está plenamente convencido del papel que desempeñan las mujeres en el mundo.  Según él: las mujeres somos más hábiles y fuertes que los hombres y no nos dejamos comprar tan fácilmente; además dice: “y cuando tienen que ponerle el toque femenino saben cómo hacerlo”. 
Contrario a lo que muchos piensan, Dios siempre nos ha tenido en cuenta y aquí en el relato lo vemos: Puesto que los cananeos habían oprimido fuertemente a los israelitas Dios levantó  en tiempos de los jueces a Barac como uno de ellos al lado de Débora, la mujer profetisa que gobernaba a Israel (v. 4).   Sísara era el jefe del ejército de los cananeos con los cuales se iban a enfrentar (v. 2).  El Señor le ordenó a Débora que le dijera a Barac: “Ve y reúne en el monte Tabor a diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón.  Yo atraeré a Sísara, jefe del ejército de Jabín, con sus carros y sus tropas, hasta el arroyo Quisón.  Allí lo entregaré en tus manos” (vv. 6-7).  Barac para ir, condicionó a Débora que lo acompañara y ésta, le hace saber que la gloria entonces, no será de él sino de una mujer.  No solamente Dios utilizó a Débora en la misión sino que después del combate, Sísara al verse perdido, había huido y se encontró en la carpa de Jael, otra mujer que lo hizo seguir a reposar y mientras estaba descansando lo mató (vv. 17-21).  El versículo 23 dice: “Aquel día Dios humilló en presencia de los israelitas a Jabín rey cananeo”.
Si no hubiese sido por la entereza de Débora y la habilidad de Jael el pueblo de Israel no habría obtenido esa victoria.  Más adelante en su canto, exclama Débora: “¡Yo Débora, me levanté como una madre en Israel!” (Jueces 5:7b).  No solamente se levantó fuertemente sino que como mujer deja entrever su amor y ternura por su pueblo como si fuera su propia madre.  Como profetisa, tenía la misión de exhortar, enseñar y animar a los que se acercaban a su tribunal bajo la palmera de su nombre (v. 5).  A los que acudían, les ayudaba a resolver sus disputas; y tal parece que lo hacía muy bien, porque ante todo, sabía escuchar la voz de Dios. 
Esta mujer nos permite reflexionar a nosotras las mujeres y saber que en cualquier ministerio que tengamos, empezando por el de nuestros hogares, siempre vamos a tener el respaldo del Señor. Somos nosotras por la naturaleza que poseemos, las encargadas de levantarnos por difícil que sea la situación y enfrentar los retos, sin dejar de manifestar la docilidad,  bondad y afecto entrañable que nos caracteriza, para transmitirlo a quienes están pasando por la turbulencia.

Amado Señor: Gracias porque hiciste a la mujer con atributos especiales.  No solamente nos has dotado de fortaleza y valentía sino que además nos has llenado de tu bondad, misericordia y ternura.  Enséñanos a cumplir tu voluntad y a hacer brillar tu luz frente a los que recurren en nuestra ayuda.

Un abrazo y bendiciones. 

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