Pues esto dice el Señor: Bendeciré a los eunucos que guardan como santos mis días de descanso, que deciden hacer lo que a mí me agrada y me entregan su vida.
Isaías 56:4. NTV.
Lectura:
Isaías 56:1-8. Versículo del día: Isaías
56:4.
MEDITACIÓN
DIARIA
En
la Biblia, los eunucos eran los hombres castrados e impotentes que por lo
general tenían cargos de responsabilidad, como funcionarios de confianza,
custodios de harenes o guardias de Palacio. Más allá de las limitaciones
físicas, Dios les promete una bendición eterna, a los que cumplen su pacto y
guardan el sábado. A ellos, les demuestra su fidelidad sin tener en cuenta sus
limitaciones. “Les daré—dentro de las paredes de mi casa— un recordatorio y un
nombre, mucho más grande del que hijos o hijas pudieran darles. Pues el nombre
que les doy es eterno; ¡nunca desaparecerá!” (v. 5 en la lectura). La promesa
es que la fe y la obediencia serán suficiente para incluirlos en su casa; o
sea, les anuncia la vida eterna. “También bendeciré a los extranjeros que se
comprometan con el Señor” (v. 6). Es bonito ver cómo el Señor no excluye de la
comunidad, a los eunucos ni a los extranjeros y es un gran ejemplo para seguir.
Dios no hace acepción de personas; su gracia y salvación están disponibles para
todos.
Amado
Señor: ¡qué gran ejemplo nos dejas! Tú solamente estás interesado en un corazón
dispuesto a amarte y a hacer tu voluntad, sin distingos de edad, raza, limitación
alguna, estrato social, lengua o nación. Enséñanos, bendito Señor a no tener estos
impedimentos como excusa, para no hablar de tu reino a otras personas o para
rechazarlas. Recuérdanos que tu amor es ágape y este es el que debemos
practicar. Gracias, muchas gracias, Señor y Dios nuestro.
Un abrazo y bendiciones.
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