Por esta razón me atrevo a pedirte un favor. Podría exigírtelo en el nombre de Cristo, porque es correcto que lo hagas; pero por amor, prefiero simplemente pedirte el favor. Toma esto como una petición mía, de Pablo, un hombre viejo y ahora también preso por la causa de Cristo Jesús. Te suplico que le muestres bondad a mi hijo Onésimo. Me convertí en su padre en la fe mientras yo estaba aquí, en la cárcel.
Filemón 1:8-10. NTV.
Lectura:
Filemón 1:8-22. Versículos del día:
Filemón 1:8-10.
MEDITACIÓN
DIARIA
¡Qué
lección de amor nos deja Pablo! Muy claro tiene, que el amor hacia el prójimo
es un amor ágape y para él no hay distingos de clase alguna; trata igual a un
esclavo como a un alto miembro del Sanedrín u oficial romano. Lo que en
realidad le importa es que sea un hermano en la fe. Y bueno, esa es la clase de
amor que nosotros debemos imitar; el Señor mandó que nos amáramos tal como Él
nos amó (Juan 13:34). Pablo aboga por su hijo en la fe, Onésimo y le pide a
Filemón que lo acoja como si fuera el mismo Pablo.
Amado
Señor Jesús: venimos ante Ti, a pedirte perdón por no amar como Tú nos lo
mandaste. Hoy buen Señor, te rogamos que pongas en nuestro corazón, el amar al
prójimo sin establecer diferencias. Enséñanos a ser sensibles a las necesidades
de los que sufren. No permitas que caigamos en el pecado de un falso orgullo creyendo
que somos más que los demás. Queremos ser como Tú, buen Señor. De igual manera
deseamos llevar el mensaje de salvación tanto a ricos como a pobres; a ilustrados
como a ignorantes; a personas de bien como a personas de la calle. Señor,
muévenos, motívanos; que el amor por Ti sea el motor que nos impulse a
compartir las Buenas Nuevas de Salvación para la gloria Tuya. ¡Aleluya!
Un abrazo y bendiciones.
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