Así que los otros discípulos le dijeron: ¡Hemos visto al Señor! Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré —repuso Tomás.
Juan 20:25. NVI.
Lectura:
Juan 20:19-30. Versículo del día: Juan
20:25.
MEDITACIÓN
DIARIA
El
Señor se les apareció a los discípulos después de su resurrección, pero Tomás
no se encontraba en ese momento reunido. Cuando llegó, ellos le contaron, pero
Tomás no creyó. ¿Te pasa lo de Tomás? ¡Te cuesta creer que Jesús vino al mundo
para salvarnos? Tal vez, no pongas tu
mano en su costado ni veas las llagas en sus manos y pies, pero Jesús es real.
Invítalo a tu vida y podrás comprobar que Él es quien dijo ser: “Jesús le
contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no
es por medio de mí” (Juan 14:6. NTV). Jesús es el Hijo de Dios, muerto y
resucitado, quien dio la vida por ti y por mí. Con Jesús tendrás la promesa de
una vida eterna a su lado. Recíbelo en tu corazón para que sea Él mismo quien
te demuestre cuánto te ama. Lo puedes hacer con una corta, pero sincera oración;
Dios no está interesado en la belleza de tus palabras, sino en la sinceridad de
tu corazón. Te invito a orarle así:
Señor
Jesús: hoy decido creer que Eres el Hijo de Dios, quien moriste en una cruz y
pagaste allí todo el precio de mi pecado. Toma el control del trono que yo
manejo y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias Jesús por perdonar mis
pecados, por amarme, limpiarme y por darme la vida eterna a tu lado. Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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