Clama a mí y te responderé; te daré a conocer cosas grandes e inaccesibles que tú no sabes”. Jeremías 33:3. NVI.
Lectura:
Jeremías 33:1-5. Versículo del día:
Jeremías 33:3.
MEDITACIÓN
DIARIA
Crecí en mi vida cristiana con este versículo que me enseñaron era el teléfono de Dios. Bueno, pues si, la primera parte; pero vayamos a la segunda: “te daré a conocer cosas grandes e inaccesibles que tú no sabes”. Otras versiones dicen: “cosas grandes y ocultas” o “cosas grandes y maravillosas”; “maravillosas y misteriosas que nunca has conocido” dice la Traducción Lenguaje Actual (TLA). A lo que voy, es que no solamente es clamarle para que nos responda sino también clamarle para que nos dé a conocer eso maravilloso (grande) y misterioso (oculto), que no conocemos. La versión NTV, va más allá; dice así: “pídeme y te daré a conocer secretos sorprendentes que no conoces acerca de lo que está por venir”.
La
verdad, yo viendo el mundo tan conmocionado como está; viendo hasta dónde ha
llegado la maldad humana, le he clamado al Señor que me diga, si estamos en los
últimos tiempos o hay que esperar más. Esto me confunde bastante. Sin embargo,
el Señor me dio una Palabra al respecto: “El Señor no tarda en cumplir su
promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con
ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan” (2
Pedro 3:9 NVI). Entonces, viene la otra parte importante: “Ahora bien, ¿cómo
invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no
han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien predique?” (Romanos 10:14. NVI). ¡Cuánta
responsabilidad tenemos y no nos damos cuenta! ¿O será que nos damos cuenta y
nos hacemos los de ‘la vista gorda’?
Amado
Señor Jesús: por favor perdona nuestra debilidad para llevar tu mensaje de
salvación. A nuestro alrededor mueren familiares, amigos y conocidos que nunca
oyeron hablar de Ti, porque no tuvimos el denuedo para compartirles de tu
reino. No permitas que esto se siga repitiendo y enséñanos a serte fieles.
Enséñanos a clamarte por esta tierra ensangrentada, llena de dolor y de temor. Estamos
seguros de que, si te clamamos, Tú nos responderás, mucho más allá de lo
imaginado; perdonarás el pecado y sanarás la tierra. Haznos verdaderos agentes
del cambio a través de tu Nombre. ¡Utilízanos, Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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