Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios: -Según tu palabra, Soberano Señor, ya puedes despedir a tu siervo en paz. Porque han visto mis ojos tu salvación, que has preparado a la vista de todos los pueblos: luz que ilumina a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Lucas 2:28-32. NVI.
Lectura: Lucas 2:21-35. Versículos del día: Lucas 2:28-32.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuando María y José llevaron al
templo al Niño para presentárselo al Señor, se encontraron con un hombre justo
y devoto, que se llamaba Simeón; era profeta y esperaba con anhelo que llegara
el Mesías. El Espíritu Santo le había revelado que no moriría sin antes ver al
Mesías del Señor. Así que cuando los padres llevaron al Niño, fue movido por el
Espíritu Santo y bendijo a Dios porque le había permitido conocer al Salvador
antes de él morir (vv. 21-27). Esta
profecía sigue confirmando que Jesús, el Niñito que nació en un humilde pesebre
era el Mesías prometido; la luz que ilumina a las naciones y la gloria del
pueblo de Israel.
Bendito Dios:
gracias porque preparaste todo para que la venida del Mesías fuera el cumplimiento
total a tu Palabra. Gracias porque ante la caída de Adán y Eva, nuestros padres
primitivos, Tú ofreciste un Salvador y el Señor Jesucristo fue, es y será el
único camino hacia Ti, Dios Padre. Yo te ruego que permitas que los que no lo
conocen puedan hoy, entender el mensaje de la natividad de nuestro gran Rey y
Señor, Jesús el Mesías prometido. Gracias, muchas gracias, Papito Dios por tan
hermoso regalo que le diste a la humanidad. ¡Te adoramos Oh Dios! ¡Santo es tu
Nombre!
Un abrazo y bendiciones.
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