Pues Dios nos salvó y nos llamó para vivir una vida santa. No lo hizo porque lo mereciéramos, sino porque ese era su plan desde antes del comienzo del tiempo, para mostrarnos su gracia por medio de Cristo Jesús; y ahora todo esto él nos lo ha hecho evidente mediante la venida de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Destruyó el poder de la muerte e iluminó el camino a la vida y a la inmortalidad por medio de la Buena Noticia.
2 Timoteo 1:9-10. NTV.
Lectura:
2 Timoteo 1:8-12. Versículos del día: 2
Timoteo 1:9-10.
MEDITACIÓN
DIARIA
En
la lectura del día, el apóstol Pablo le dice a su discípulo Timoteo que no se
avergüence de contarles a otros acerca de Nuestro Señor, ni tampoco de él, que por
causa del Señor está prisionero. Igual le dice que también él debe prepararse
para sufrir por Cristo. Pues Dios nos salvó y llamó para vivir vidas santas,
regalándonos su gracia a través de Cristo Jesús. Recordemos que eso es lo que
dice la Palabra: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8 RVR1960).
El
Señor Jesús venció a la muerte y por medio de la Buena Noticia vino a darnos la
vida eterna. Seamos conscientes de esta
verdad y démosle gracias al Señor Jesús quien fue el que vino a pagar todo el
precio de nuestro pecado sufriendo y muriendo en una cruz, para darnos la
salvación y estar por siempre a su lado en la eternidad. Por esta misma razón también
nosotros, no debemos de avergonzarnos de llevar las Buenas Nuevas del Evangelio
del Señor Jesús, para que muchos más sean los que se salven. Reflexionemos: Si
las Buenas Nuevas son tan especiales para nosotros, ¿por qué no compartirlas para
que los que no las conocen alcancen esta dicha? Quizá también sufriremos atropellos
y tal como están los tiempos, muchas cosas más, pero recordemos que nos espera
una bella corona allá en la eternidad. ¡No desmayemos!
Amado
Señor Jesús: gracias por tu Palabra que toda es Verdad. Gracias porque nos
enseñas a no avergonzarnos al hablar de Ti y de tu mensaje de salvación. Bendito
Jesús, si tenemos que pasar angustias y sufrir por Ti, danos a través del
Precioso Espíritu Santo, el valor para soportar y continuar sin desmayar, hasta
llegar a la meta trazada para cada uno. Queremos que tu Nombre sea enaltecido y
que todos sepan que Eres el Salvador del mundo; el Señor de señores y el Rey de
reyes. ¡Toda la gloria y honra sean por siempre al Cordero inmolado por salvar
a la humanidad! ¡Te amamos Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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