Entonces dijo María: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí. ¡Santo es su nombre!
Lucas 1:46-49. NVI.
Lectura: Lucas 1:39-56. Versículos del día: Lucas 1:46-49.
MEDITACIÓN DIARIA
María, después de visitar a Elisabet, alaba al Señor con un cántico hermoso que se llama tradicionalmente el Magníficat. En él, le da gracias a Dios con sus propias palabras y lo alaba expresando alegría, humildad y fe, Reconoce la grandeza y amor indiscutible de Dios y se alegra en Él. Se ve que es un cántico que sale de manera sencilla, pero de lo profundo de su ser. Oremos para que el Señor haga de nosotras mujeres de fe y con un propósito definido; mujeres que lo alabemos y adoremos con sencillez de corazón, pero desde lo más íntimo de nuestro interior.
Amado Señor y
Dios nuestro: gracias, muchas gracias porque al escoger a María como como madre
del que sería el Salvador de la humanidad, le has dado también preeminencia a
las mujeres, en su labor como madres que somos. Gracias porque como bien lo
expresa ella, Tú te fijas en los humildes y los exaltas, mientras que a los
orgullosos los humillas. Bendito Señor, enséñanos a ser leales y sinceros
Contigo, de modo que entendamos la Grandeza, Reverencia y Honor que mereces Tú,
que Eres nuestro Dios y Salvador. Gracias, gracias porque Tu nacimiento fue el
inicio de la redención para todos los que te conocemos como Señor y Salvador
personal. ¡Gloria y honor a Ti! ¡Te adoramos rey de reyes y Señor de señores!
Un abrazo y bendiciones.