Vi que el Cordero rompió el sexto sello, y entonces se produjo un gran terremoto. El sol se oscureció como si se hubiera vestido de luto, la luna entera se tornó roja como la sangre y las estrellas del firmamento cayeron sobre la tierra, como caen los higos verdes de la higuera sacudida por el vendaval.
Apocalipsis 6:12-13. NTV.
Lectura: Apocalipsis 6:12-17. Versículo del día: Apocalipsis 6:12-13.
MEDITACIÓN DIARIA
Como siempre lo he
escrito, yo no sé si estamos en los últimos tiempos o no. Lo que sí se con
certeza es que, si queremos ser salvos y gozar de la vida eterna con el Señor,
tenemos que recibirlo en el corazón; hay que entregarle nuestras vidas a Él y
que Él se encargue de nosotros. Ahora, otra cosa. Dentro del cristianismo hay
tres corrientes respecto al arrebatamiento: una posición asegura que los
cristianos no pasamos la tribulación; otros que será en la mitad de los siete
años de tribulación, y están también, los que dicen que pasaremos toda la
tribulación. Tampoco en ese campo me meto; esto se lo dejo al Señor y que sea
Él mismo revelándole a cada uno la posición exacta.
Sucederán muchas cosas
terribles en la tribulación. Me limito a decir que lo mejor es estar preparados
y para esto necesitamos entregarle nuestra vida a Jesús. “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen
en su nombre, les dio el derecho de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12);
Recibimos al Señor Jesús mediante la fe: “Porque por gracia ustedes han sido
salvados mediante la fe. Esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de
Dios y no por obras, para que nadie se jacte” (Efesios 2:8-9). Y es el mismo
Señor quien te hace la invitación. El Señor te dice: “Mira que estoy a la
puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, cenaré con él y
él conmigo” (Apocalipsis 3:20). Recibir a Cristo es entregarle la vida completa
a Él; creer que perdona nuestros pecados; creer que transforma nuestras vidas y
creer que gozaremos una eternidad a su lado. ¿Quieres entregarle tu vida a
Jesús? Oremos:
Señor Jesús: yo te
necesito, sé que me amas y que moriste en la cruz por mis pecados. Hoy decido abrirte
la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador. Toma el control del
trono de mi vida y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por
perdonarme y por darme la vida eterna a tu lado.
Un abrazo y bendiciones.
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